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Las intenciones de Ernest Maragall en la alcaldía de Barcelona

Colau, Collboni, Maragall y Valls, en la plaza Sant Jaume tras la investidura de Colau como alcaldesa.

Colau, Collboni, Maragall y Valls, en la plaza Sant Jaume tras la investidura de Colau como alcaldesa. / ALBERT GEA (REUTERS)

En una familia, cuándo uno de sus miembros distorsiona del quehacer habitual del conjunto, se dice de él que es la oveja negra del rebaño. Del alcaldable de Barcelona Ernest Maragall podríamos decir algo semejante.

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Siempre he considerado a Pasqual Maragall el mejor alcalde de todos los conocidos. El peor para Barcelona fue José María de Porcioles. Poco o nada sabía de Ernest Maragall, salvo que militaba en el mismo partido que su hermano Pasqual. Pero con la llegada de los nuevos tiempos, el antes socialista Ernest se nos volvió republicano y, como si no tuviera bastante con el cambio de piel, se nos transformó en un activo independentista deseoso de que Barcelona, con él como alcalde, se convirtiera en el baluarte para conseguir esa república y poder manejar la Catalunya de ese 52% que no quiere la independencia porque no se fía de los que pretenden imponerla saltándose las leyes y la democracia.

Ada Colau hizo bien aceptando los votos sin contraprestaciones de Manuel Valls por el bien de Barcelona y de sus ciudadanos. 

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