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Las cicatrices del terrorismo de ETA

Tres miembros de ETA leen un comunicado, en septiembre del 2010.

Tres miembros de ETA leen un comunicado, en septiembre del 2010. / AFP

En memoria de mi amigo y colega José Luis López Delacalle, asesinado por ETA.

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ETA ha declarado su deseo de pasar página, dejar el enfrentamiento armado y firmar la paz. Cuando la sociedad muestra su hartazgo de sangre inocente, su deseo de vivir libremente y el ansia de paz alcanza una fuerza incontenible, los terroristas no tienen más remedio que decidir por seguir matando impunemente, o bien instalarse entre las mallas legales diseñadas bajo el respeto a la libertad.

El medio siglo de terrorismo sufrido en España por parte de la banda de asesinos desalmados de ETA, deja en su camino un millar de muertos, cientos de heridos, familias destrozadas y miedo, mucho miedo entre la sociedad vasca. Crímenes inútiles, secuestros, torturas, extorsiones y chantajes sembrando el terror entre propios y extraños, muchos años de terror que tendrá que pasar generaciones enteras para que el mundo se olvide de tanta barbarie, de tanto horror.

ETA quiere paz, quiere cerrar su periplo sanguinario, quiere dialogar pero antes que nada debe entregar las armas sin condiciones. Una rendición total y absoluta pidiendo perdón a todos los españoles por los asesinatos a sangre fría, masivos, con el tiro en la nuca o el coche bomba. No podemos pedir a las víctimas de tan horrendos crímenes el olvido de todo lo sucedido, ni siquiera el perdón.

Las víctimas de ETA somos todos, porque todos hemos llorado ante las imágenes de los cuerpos mutilados de Irene Villa y su madre, del tiro en la nuca de Miguel Ángel Blanco, del secuestro de Ortega Lara, y de las decenas de muertos y heridos en Hipercor. Todos hemos salido a la calle con nuestras manos blancas diciendo 'Basta ya'.  Pero esta frase la pedíamos con fuerza, con inusitada rabia, con todo el clamor de gente hastiada de tantos actos de inhumana crueldad.

Los terroristas de ETA encarcelados por delitos de sangre, los que apoyaron con su logística, con su apología a la banda terrorista, deben pagar hasta el último día de su condena.Que nadie piense ni por un segundo que esta paz, solicitada por ETA, va a significar una reducción de penas para los presos etarras. Que nadie piense que los españoles no tenemos memoria histórica y que estamos dispuesto a pasar página sin más. No puede existir paz para tanto malvado, tantos monstruos que asesinaron a periodista, jueces, militares, guardias civiles, policías, políticos y gente que, sin más culpa de pasar al lado de la bomba, nada tenían que ver con sus "postulados".

Ahora corresponde al Estado Español, al Gobierno de turno, la responsabilidad de continuar con la aplicación de todas nuestras leyes, de nuestro derecho penal en materia terrorista a los etarras perseguidos y sus cómplices. Inútil todo lo sucedido, tristemente inútil, como inútiles son las guerras de cualquier signo. Y ahora que sea la justicia y el tiempo lo que nos sirva para suturar heridas, aunque siempre perdurarán las cicatrices.

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