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"¿La soledad ha venido para quedarse?"

Un joven sentado en las escaleras de la boca del metro

Un joven sentado en las escaleras de la boca del metro / 123RF

De un tiempo a esta parte he empezado a ver noticias asociadas con los efectos que tendrá en la salud mental todos estos meses de pandemia. Y creo que poco se habla de uno de los daños que también dejará el covid-19, como  el avance de la soledad, las ansiedades y depresiones en edades adultas, una palabra que por desgracia siempre se había asociado y casi normalizado en la tercera edad.

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Era como pensar que, por el paso de los años, y las nuevas formas de entender las familias o las relaciones, nuestros mayores o vivían solos, o en residencias, o en familias que, en el mejor de los casos, tenían su lugar. Mayores que se sentían solos y tristes por esa soledad interior.

Y de repente llega esta enfermedad donde todo el mundo lo pasa mal. Y al principio como toda novedad, la persona se va adaptando, normalizando, aceptando. pero hay a cosas a las que uno no se puede adaptar tan fácilmente. La distancia social no es igual para todo el mundo, para algunas personas es más que el metro de distancia impuesto.

Los meses han ido pasando, y es ahora que se empiezan a sentir y ver los estragos que está generando esta soledad en las personas adultas. Evidentemente que vivir solo ha podido ser por opción o por circunstancias, pero sentirse solo no ha sido escogido.

Una soledad que se disfraza de tecnología porque se hace teletrabajo, reuniones con los amigos por videoconferencia, o se accede a las numerosas series de diferentes plataformas, pero en el fondo hay muchas personas que están viviendo en soledad y sobre todo sintiéndose solas. ¿Y estaremos preparados como sociedad para entender cómo paliar estas secuelas que va a dejar esta pandemia? ¿Sabremos ver el dolor en el ojo ajeno? ¿Sabremos generar puentes para llegar a todas esas personas que se sienten solas en edad más temprana?

Las secuelas están en camino y no tardarán en comenzar a florecer. En breve veremos qué sabemos hacer o no con sus posibles consecuencias. Porque la soledad ha venido para quedarse.

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