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La odisea de conseguir cita previa en Extranjería

Hace más de nueve meses que intento pedir cita para renovar mi tarjeta de residente español de régimen comunitario, pues me casé hace seis años con una ciudadana española.

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Cada semana, desde el 18 de febrero, entro en la página de Extranjería y aún no he podido conseguir una cita en la delegación de la calle Murcia 42 de Barcelona. Mi tarjeta de residencia caducó el 14 de marzo, y desde entonces cada semana intento obtener una cita. Como toda respuesta tengo un “no hay suficientes citas disponibles”, seguido de otra maravillosa frase: “Lo sentimos, pero en este momento la Oficina [con mayúsculas] no puede ofrecerle una cita para atender su solicitud. Por favor, vuelva a intentarlo más tarde”.

La cuestión es que una vez vencido el plazo de 90 días para la solicitud acudí a una abogada especializada que me dijo, con aires de enfado, cómo no había solicitado sus servicios antes. Me detuve un segundo y me pregunté por qué debería acudir a un abogado cuando solo se trata de solicitar una cita que únicamente se puede lograr vía internet. ¿Es esto el primer mundo? Está claro que no hay citas diarias para todos los residentes que necesitan realizar dicho trámite, pero ¿no se podrían contratar más funcionarios, aunque fuera temporalmente, para cubrir la demana ciudadana? La misma abogada me dijo que se rumorea que hay locutorios que venden citas con Extranjería, y que el colegio de abogados de Barcelona puso un denuncia. Sin embargo, cinco meses después sigo sin poder conseguir una cita.

La cuestión primordial es que supuestamente he perdido todos los derechos adquiridos por no poder presentar mis papeles. ¿Es esto el primer mundo? ¿Estamos realmente en el siglo XXI? Predispuesto a entender qué es lo que realmente pasa, me topo con un artículo periodístico del 14 de septiembre del año 2015 y leo que hay locutorios que venden las citas. Un año más tarde, sigo con el mismo problema. Y me parece descabellado que haya gente que pague por una cita que en teoría es gratuita.

Mientras espero releo 'El proceso' de Kafka. También espero que me llegue la carta de desahucio, porque hace un mes me quedé sin trabajo y este mismo mes no pude pagar el alquiler. Y como tengo caducado el NIE (como si fuera una lata de conservas), no tengo derecho a gozar del seguro de desempleo ni a trabajar en blanco. Pero la culpa de todo siempre la tienen los de fuera. Así que salud, aparato gubernamental, pero yo no formaré parte de esta corruptela.

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