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"La historia del pasaje del barrio de Horta en el que vivo"

Bloques de pisos en Horta.

Bloques de pisos en Horta. / ELISENDA PONS

Vivo en el barrio de Horta, Barcelona, desde hace 20 años. La adaptación fue fácil. El barrio parecía una ciudad pequeña, incluso un pueblo. A los dos años compramos un piso, a reformar, en un pasaje poco conocido, Baix de Mariner. Pensamos que tanto el piso como el degradado pasaje tenían grandes posibilidades. Este pasaje estaba, y está, de pena -grafitis, suciedad, la calle sin asfaltar. . .- pero empezamos la lucha, con denuncias y más denuncias al Ayuntamiento, y recogimos firmas.

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Se limpiaron los grafitis (los particulares se encargaron de las pintadas en los edificios y el ayuntamiento de los muros), mejoró un poco el tema de la limpieza y durante un largo tiempo incordiamos a Guardia Urbana y Mossos para que vinieran a controlar a todos los 'personajes' que visitaban el pasaje; nunca se consiguió que asfaltaran la calle. Solo recibíamos una amable respuesta, un "próximamente, este año no entra dentro del presupuesto". Y han pasado ya 18 años.

Este pasaje es estratégico, está al lado de la nueva biblioteca, dentro de una supermanzana peatonal que se hizo el pasado año a toda prisa. Eso sí, tenía unos farolillos preciosos que solo había que restaurar y ponerles unas luces adecuadas y, de repente, fueron sustituidos por unos focos horrorosos que solo iluminan el suelo y contribuyen a dar un aire más misterioso si cabe a la calle. La explicación fue que había demasiada contaminación lumínica. Sería de risa si no fuera porque aquí vivimos ciudadanos que pagamos religiosamente nuestros impuestos municipales, pero ya estamos cansados y hasta diría que un poco rendidos.

Creo que ya he encontrado una explicación a todo esto: este pasaje sin asfaltar ejemplifica muy bien la situación de Barcelona, una ciudad que después de vivir muchos años de espaldas al mar, cogió gran impulso y empezó a vivir de espaldas a sus ciudadanos, a no escucharlos, a ningunearlos, incluso a expulsarlos. Para qué nos quería si ya tenía sus riadas de turistas...

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