La esperanza que nos hace seguir creyendo

Como seres humanos tendemos a la búsqueda de lo positivo. Nos gusta acceder a ese pequeño rayo de luz que proviene del más oscuro túnel. Pensar que todo es posible, que cualquier fatalidad al final desaparece.

Seguimos leyendo cada día informaciones pesimistas que no ayudan en la búsqueda del ansiado optimismo. No obstante, nos aferramos a la creencia, a la promesa del fin. La esperanza es lo último que se pierde, y bendita sea esa última esperanza que nos hace seguir creyendo. Porque, al fin y al cabo, solo se trata de creer, de seguir creyendo.

Este maldito virus nos está haciendo ver un poco más allá, permitiendo detenernos y recobrar el aliento. Nos está consintiendo quedarnos en casa, tener la oportunidad de hablar con nosotros mismos. Mirar bien dentro de nosotros y sacar conclusiones.

Las fatalidades que observamos cada jornada retumban en nuestra alma, nos hacen percibir el sentimiento de comunidad dentro de este mundo tan individualista. Empatía es la palabra clave, el concepto que estamos llegando a entender. Salir cada tarde a las 20.00 horas y sentir orgullo de lo que somos, aunque solo sea por un par de minutos.

Debemos levantar la cabeza, coger aire y proseguir. Hace unos días oí al expresidente uruguayo Pepe Mujica expresar que en estos terribles momentos lo único que nos salva de la tristeza es tener una causa para vivir, para luchar. Puede que ese fundamento para seguir levantándonos lo tengamos muy cerca, más de lo que creemos.

Creo que estamos valorando cada día más lo que atesoramos, quienes nos rodean. Puede que ellos sean nuestro motivo para seguir luchando. Por ellos llegaremos a ver la luz al final del túnel.

Solo se trata de creer, de seguir creyendo.