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La economía sumergida y el pánico regulador de los partidos liberal-conservadores que gobiernan Europa.
Banderas de la Unión Europea ondean frente al edificio de la Comisión Europea, en Bruselas. /
YVES HERMAN (REUTERS)
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En breve, el BCE va a inyectar miles de millones de euros para reactivar la economía sin tomar ninguna medida efectiva para controlar esta lacra. Caben muchas explicaciones para esta pasividad administrativa a la que no es ajeno el pánico regulador de los partidos liberal-conservadores que gobiernan Europa. Además saben que coloca en el circuito productivo capitales opacos, e incluso delictivos; acumula beneficios más rápido que otros sectores, lo que contribuye a dar liquidez al sistema; es absolutamente funcional para mantener sectores productivos estratégicos (agricultura, turismo, servicios...); evita estallidos sociales pues supone un medio de subsistencia para demasiados trabajadores; y cubre necesidades inmediatas como la atención a las dependencias a precio accesibles.
Resta recursos al Estado del bienestar, pero eso es peccata minuta, o tal vez una consecuencia lógica y esperada por aquellos que no hacen nada por evitarlo.