Estamos echando la culpa de la contaminación al plástico, las latas, las colillas y a los residuos de todo tipo.
Hacemos esto porque cuesta reconocer que la razón por la que toda esta basura acaba ensuciando el medioambiente es simplemente que entre las personas -de toda índole o clase social- hay una gran falta de educación.
Y no hablo de conocimientos, ya que estamos en la era de los mismos y de la información, sino de la educación. Cada año gastamos enormes cantidades de dinero público en limpieza de calles, ríos, mares y bosques, en tratamientos en depuradoras y saneamiento de otros muchos lugares públicos.
Eso sin contar los daños, algunos irreparables, producidos por la falta de educación y que suponen además una gran perdida económica.
Claro que hay que reducir los residuos, pero eso no valdrá de nada si no se invierte en educación y en una política de sanciones para los que no piensan en el daño que producen con sus actos.