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La carta de un músico: "Tuve un trabajo honesto que ya no existe"

Público en el concierto de Sopa de Cabra en las fiestas de la Mercè del 2017.

Público en el concierto de Sopa de Cabra en las fiestas de la Mercè del 2017. / FERRAN SENDRA

Tuve un trabajo honesto. Vivía de lo que ganaba subiéndome a un escenario. Y para poder subirme a ese escenario, estudié sin descanso, ensayé durante incontables horas y exploré cada rincón de mis posibilidades. Me frustré mil veces y recuperé mi impulso. Viajé miles de kilómetros en todo tipo de transportes. Cargué con mis manos y mi espalda el peso de mis instrumentos y los de mis compañeros. Acepté una economía modesta, fui menospreciado socialmente más de una vez y abracé este salto mortal sin red por amor incondicional.

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Tuve un trabajo honesto. Hice tal esfuerzo, que en otras profesiones hubiera significado un bienestar al que yo nunca accedí. Sobreviví en esa economía sumergida a donde fuimos relegados los músicos en este país. Resistí al desamparo de las leyes, la explotación del oportunista y el clientelismo oficial. Caminé hacia el futuro con la incertidumbre como un amargo compañero del sistema. Hice mi trabajo para pobres y ricos sin ninguna diferencia. Subí al escenario enfermo y hasta lesionado para no perder mi sustento. La precariedad laboral fue el paisaje más frecuente en toda mi carrera.

Tuve un trabajo honesto que ya no existe. Ahora me siento a un lado del camino para ver como otros son rescatados por el bien de la economía, pero para esta vocación marginada de toda administración y gobierno, así como no hubo amparo de la ley ni respeto por la cultura, hoy no hay bote salvavidas en este barco.

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