La autocomplacencia politica desquicia al pueblo

Casi nos roban el verano y ahora van ustedes a robarnos el otoño y seguramente el invierno y, quién sabe, cuántas estaciones más. No voy a darles las gracias, no. Estoy enfadada, muy enfadada, triste y  muy asustada.

¿De qué se ríen cuando aparecen ante las cámaras? ¿Por qué se aplauden? ¿Qué ocurrencia celebran, señores?¿ Dónde está el chiste? ¿Dónde está el logro? Me dejan atónita esas imágenes de compadreo, de autocomplacencia de los políticos. De todos los políticos, de todos los partidos, sí,  pero especialmente de los de gobierno (del Govern de Junts pel Sí y  del Gobierno del Partido Popular), de aquellos que tienen la máxima responsabilidad en estos momentos y poder para ejercerla.

¿Qué piensan ustedes? !Qué bien lo hacemos! ¡Qué ocurrentes somos! ¡Qué astucia la nuestra! ¿Es eso?

¿Qué debemos estar pagando los catalanes y el resto de los españoles? ¡Qué hicimos tan mal en nuestra anterior reencarnación para cargar con el castigo de estos gobernantes que son incapaces de salir de su círculo más próximo de acólitos y ver la cruda realidad, la nefasta realidad que han provocado!

Si su orgullo no les permite sentarse a una mesa y dialogar y llegar a acuerdos, váyanse a casa. Permitan que entre gente nueva que pueda, que sepa, que quiera arreglar este estropicio. Aquellos que nos devuelvan la convivencia, la esperanza en un futuro mejor y posible, la alegría. Aquellos que nos alejen de los delirios y los agujeros negros que tanta fascinación ejercen sobre los gobernantes de hoy día.

Queremos vivir en paz, recuperar la confianza, el optimismo. Ver crecer a nuestros hijos, a nuestros nietos. Disfrutar de los días de sol y de los días de lluvia. Como siempre hemos hecho. Quitarnos de encima esa inquietud negra que nos está enfermando.