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Vox, un partido al margen de la democracia

El líder de Vox, Santiago Abascal, en Ceuta en octubre del 2019.

El líder de Vox, Santiago Abascal, en Ceuta en octubre del 2019. / EUROPA PRESS

En el pasado debate electoral en el que participó Vox escuché atribulado las propuestas fuera de la legalidad que hizo este partido en casi todos los terrenos en que intervino. Propuestas claramente de carácter fascista por cuanto atentaban contra las libertades, los derechos individuales, la memoria histórica y, sin ambages, violaban la Constitución en aspectos referentes a la democracia.

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Propuso ilegalizar a partidos exclusivamente por sus ideas, como al PNV y demás partidos independentistas, fuerzas políticas completamente alejadas de mi pensamiento político pero perfectamente democráticas en su actuación cotidiana, y que cuando alguno de sus integrantes ha delinquido según los tribunales de Justicia han sido condenados.

Propone anular el Estado de las Autonomías, propuesta completamente anticonstitucional, tal como puedan serlo algunas actuaciones realizadas por el Govern de Cataluya y castigadas por el TC. Propone la detención directa y esposamiento inmediato de cargos públicos a quienes no ha condenado ningún juez. Propone perseguir a miles de inmigrantes a quienes falsamente acusa de delincuentes por delitos que no han cometido, y los acusa en masa al más puro estilo de las acusaciones en masa de la Alemania nazi.

Hizo propaganda negacionista de los crímenes del franquismo, al estilo, también, de los negacionistas del Holocausto. Y todo ello con el sonoro silencio de algunos partidos que se dicen demócratas.

El representante de Vox no salió detenido del debate, aunque fuera por un rato y para probar su propia medicina, ajena al mínimo respeto a la separación de poderes, y a pesar de ser un claro peligro público para la democracia y para el futuro. ¿Y nadie pide la ilegalización de su partido? ¡A ver para cuándo una ley de Defensa de la Democracia!

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