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La Iglesia y los judíos: el desconocimiento me entristece

El escritor y superviviente del Holocausto Aharon Appelfeld, en una imagen del 2010.

El escritor y superviviente del Holocausto Aharon Appelfeld, en una imagen del 2010. / AFP / PHILIPPE MERLE

"Yo amo mucho a los hebreos, como amo a Jesucristo, que es hebreo. Y el segundo amor de mi vida es una hebrea, Maria Santísima...". Con estas palabras, San Josemaría Escrivá respondía a un judío que fue a una de sus audiencias. El hombre solo había empezado diciendo "Padre, soy judío" y el santo ya le dio respuesta a una pregunta que no le dio tiempo de hacer.

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Como cristiano joven y practicante, hoy me apenó leer una carta de las publicadas en esta sección en la cual se habla de la acción de la Iglesia con los judíos, haciéndola culpable del Holocausto. Hay varios casos de religiosos que se jugaron su vida por salvar a judíos en esos tiempos. Hugh O'Flaherty fue un sacerdote que, junto a otros compañeros y familias católicas, escondió y salvó a 4000 soldados aliados y a judíos incluso en el mismo Vaticano, haciendo de la ciudad "zona neutral" e intentando evitar la entrada de los nazis para que así no fueran descubiertos (aunque igualmente les hicieron una "redada" por sospechas). 

A O'Flaherty le prohibieron la salida de la Santa Sede bajo pena de muerte. Pintaron una línea blanca en el suelo alrededor de la plaza y pusieron militares vigilándole, y él aun así salía disfrazado: un día de barrendero, otro día de cartero...para visitar y llevar comida a una parte de esos judíos que estaban escondidos en casas de católicos. De este hecho nació la película Negro y escarlata

También está San Maximiliano Maria Kolbe, fraile franciscano que estuvo en Auschwitz y entregó su vida por el de un compañero de nave al que los nazis iban a matar. Le encerraron junto a otros 9 en lo que llamaban "la prisión dentro de la prisión", teniéndoles sin comer ni beber largo tiempo. Maximiliano convirtió y confesó a esos 9 judíos, y en esos días se escuchaba desde la celda largas oraciones a María. Cuando abrieron la celda, la mayoría habían muerto, y los que no (entre ellos Kolbe) les suministraron una inyección letal.

Me entristece que el desconocimiento de las personas y la vox populi critique a la Iglesia en la cual muchas personas dieron su vida por salvar a los más perjudicados.

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