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La idiosincrasia de la empatía tóxica
Pieza de Amparo Sard titulada ’Empatía. Serie refugiados’, expuesta en Arco 2017. /
AGUSTÍN CATALÁN
Imaginen que a su grupo de amigos llega una persona nueva. Habrá personas que se esfuercen en integrarla, otras se mostrarán indiferentes y, finalmente, las que tendrán cierto recelo ante la novedad.
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Imaginen que la persona nueva termina por no ser del agrado de nadie. En ese caso, habrá personas que se muestren sinceras y digan las cosas de forma clara y directa, otras que no digan nada y, las peores, que sonrían de forma amable mientras siguen pensando lo mismo.
Imaginen la empatía de las personas; uno puede comprender a alguien, pero a su vez, ese alguien va a ciegas hacía una rutina tóxica de la que no sabe cómo salir, al no intentar comprender al resto.