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"Las ideologías no se contentan con tener razón, necesitan que los demás no la tengan"

Los ultras del Lazio exhibieron en el Olímpico de Roma una pancarta a favor del Frente Bokerón.

Los ultras del Lazio exhibieron en el Olímpico de Roma una pancarta a favor del Frente Bokerón. / Cedida

Quiero aportar una reflexión personal, ya que por aquí se ha hablado de "fanatismo". Los fanatismos tienen características muy curiosas; una de ellas es que los seguidores se hacen exponencialmente más radicales que el propio autor de la idea original con el tiempo. Una idea, buena o no, que se convierte en verdad absoluta y es reducida a folklore (léase, eslóganes, camisetas...).

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Esto me hace recordar la diferencia básica que yo veo entre una idea y una ideología (léase, todo aquello que acaba en "ismo"). Una idea es un privilegio humano y constituye una solución puntual a un problema concreto en un momento y circunstancias específicos. Son como las nubes en el cielo, llega una y se van otras porque las circunstancias cambian, como los problemas. Se demuestran ineficaces, se matizan, se adaptan. Newton era Dios hasta que llegó Einstein, y así sucesivamente.

En el momento en que alguien se enamora de su idea o la de otro y la convierte en ley universal válida para todos, siempre y en cualquier lugar (es decir, la descontextualiza y la vuelve acrítica), esa idea deviene ideología. Ahí surgen los 'followers' y, más pronto o más tarde, el fanatismo. Y es que las ideologías no se contentan con tener razón, además necesitan que los demás no la tengan.

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