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Housell o cómo ganar dinero no vendiendo casas

Oferta de viviendas expuesta en una immobiliaria.

Oferta de viviendas expuesta en una immobiliaria. / ELISENDA PONS

Mario Martín

El prestigioso sociólogo, filósofo y ensayista Zigmunt Bauman, creó el concepto de 'modernidad líquida', como explicación de que, en nuestra contemporaneidad, en nuestra época, casi todas aquellas cosas que creíamos sólidas se han licuado. Desde luego sucede en valores y derechos, pero también en el concepto de prestación de servicios. Hoy se vende, exigiendo un precio por ello, cosas que nunca antes lo habían hecho.

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Así, los bancos, que históricamente remuneraban al ahorrador por los depósitos de este, han ido sacando ventaja de los condicionantes del entorno para ahora, no pagar por ello y, al contrario, ingresar por las comisiones de los fondos de inversión en los que recomiendan invertir a los clientes, sin compromiso de rentabilidad, generando pérdidas a sus asesorados en más ocasiones de las deseables y recomendables.

Y el negocio inmobiliario tampoco es ajeno a esta nueva realidad 'líquida'. Tradicionalmente, quien pretendía vender un inmueble, su piso o su casa, acudía a los servicios de un profesional experto en el sector, quien ofrecía su mejor saber y hacer bajo la contraprestación de obtener un porcentaje sobre el valor de la operación finalmente realizada.

Pero el fluido líquido de nuestra modernidad ha traído hasta nosotros un nuevo servicio inmobiliario, del que la firma Housell es una de sus principales marcas. Se trata de portales virtuales inmobiliarios que anuncian venta de viviendas, con la única certeza de que usted les pagará sus honorarios, se realice la venta o no. Es decir, desde el mismo momento en que captan un cliente, ya han conseguido su objetivo.

La publicidad actual de Housell dice: "La nueva forma de vender tu casa". Pero realmente de lo que se trata es de un servicio de anuncios mucho más caro que cualquier otra plataforma en papel o web de intercambio de ofertas y demandas. En la web de Housell se indica que han facilitado la venta de más de mil viviendas en uno año, pero lo que no indican es, en ese mismo periodo, cuantas no han conseguido vender y sí han cobrado sus honorarios, lo cual podría desvelar la verdadera estructura de su cuenta de resultados.

No se trata de una 'inmobiliaria puntocom', ni tampoco de ninguna revolucionara 'start up', sino simplemente de una agencia de marketing y publicidad con unas tarifas más caras que las que corresponden a la publicación de un anuncio. Cuya propiedad, ítem más, es del fondo de inversión Cerberus, principal acaparador del ladrillo procedente de la banca española, sacando ventajosas consecuencias de la crisis, quedándose a bajo precio viviendas que era evidente que, más antes que después, sus valores se recuperarían.

Quizás todo se pueda resumir en que hoy el servicio no es lo importante, sino únicamente captar clientes más allá de valorar las necesidades reales de estos, tal como afirmó Zigmunt Bauman: "la cultura de la modernidad líquida ya no tiene un populacho que ilustrar y ennoblecer, sino clientes que seducir", aunque sea ganando dinero a base de no vender casas.

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