"Hemos celebrado los 101 años de Dolores en un pasillo de hospital"

Hace unas semanas, tuve que ir a Urgencias del Hospital Mútua de Terrassa y allí conocí a Dolores. Pelo blanco, cuerpo frágil y una voz que apenas le permitía demandar la atención de las enfermeras. Los dos estábamos en un pasillo de esos que nos ofrece la sanidad pública. Tan solo nos separaban un par de metros de distancia. Uno al lado del otro, cada uno en su camilla, Dolores con sus dolores y yo con los míos.

La actividad de Urgencias iba al ritmo de mi taquicardia, pero las horas pasaban muy lentas. Allí, en el sótano, uno acaba perdiendo la noción del tiempo hasta el punto de no saber si era de noche o de día. Pero como si de las campanadas de fin de año se tratara, a las doce de la noche un grupo de enfermeras se dirigió a la camilla de Dolores con una magdalena y una vela entonando sigilosamente el "Cumpleaños Feliz". ¡Dolores cumplía 101 años!

Jamás he sentido un silencio tan respetuoso y lleno de emoción, tan solo interrumpido por las palabras de afecto de las enfermeras hacia Dolores, los sollozos de alegría de esta y el pitido de los monitores que nos recordaban que nuestros corazones seguían latiendo. En aquel momento tuve la certeza de que, a pesar de las circunstancias, era un regalo estar en aquel pasillo. Para Dolores y para todos los demás.

Ojalá algún día los que toman decisiones sobre la sanidad pública entiendan lo importante que es cuidar a esas personas que cuidan, y que le ofrecieron soplar las velas a Dolores en un pasillo de hospital.