"Hasta la meteorología está enfriando el 'procés'"

La fiebre secesionista, cual virus que ha invadido la sociedad catalana, dividiéndola y por ende debilitándola, parece que va remitiendo, aunque lentamente. Para que no se vuelva otra vez crónica hay que buscar un tratamiento sanador. En la medida que una dolencia se extrema, los remedios necesitan una terapia de choque, eso representa el juicio. Si se recae con más virulencia, el tratamiento ha de ser más prolongado, y puede erradicarse, si después se hace una buena convalecencia y seguimiento por los terapeutas.

Cambiar a un modelo federal, sin que se den más facilidades que las actuales para disolver la alianza de las naciones españolas, puede fortalecer las competencias propias de un estado descentralizado, que ahora es imperfecto.

¿Cómo? Exigiendo al mismo tiempo responsabilidades directas en la financiación. Además, haría falta unificar las competencias para operar en el mercado comercial, laboral, educativo, ejercicio profesional y fiscal en impuestos de ámbito nacional. Que no se pueda imponer barreras a la circulación entre autonomías (federadas) de personas ni competencias. La Unión Europea, nuestro gran marco, si no se rompe o fracciona en partes, busca la unificación sin discriminaciones de origen, sexo, etnia, religión ni filiación política.

Un gobierno firme y equilibrado en Madrid, una Unión Europea cohesionada y clara en sus convicciones de no escuchar veleidades, es lo que hace falta. Así como elecciones en Catalunya, con ERC, un nuevo líder que sea más coherente, y como la vida no debe acabarse con el procés, porque es verdad que no solo de pan vive el hombre, tampoco puede vivir solo de sueños.

Todo está sujeto a revisión por el inexorable paso del tiempo. Lo único permanente es el cambio. Nuestras células se renuevan periódicamente, las personas que forman las comunidades, pueblos, países, etcétera, nacen, crecen, mueren y puede que dejen huellas como buenas guías a seguir, o malas, que deben enseñarnos lo que no debe hacerse.