¿Hacia un nuevo y renovado absolutismo?

Para los opresores políticos, los llantos de desesperación son risas, y no paran hasta llevar a cabo, aunque obren de manera contraria a las leyes (estén o no establecidas), el firme mantenimiento en el lugar que anhelan; pero una vez conquistado el poder, pueden modificarlo, y hacerlo, lógicamente, más favorable a sus -según ellos- buenas ideas. Si logran adeptos llegarán más a convencerlos que a conservarlos. ¿El motivo? Aquel que es dueño de un pensamiento retrogrado, poco progresista, ultra, conservador que carga con desprecio contra todas y todos aquellos que crean que la novedad gubernamental, bien conducida, puede ser más que saludable para los intereses de los ciudadanos, siempre y cuando usen con lógica -y algo de astucia- las herramientas que exige el poder.

¿Y esto último se ha aplicado al desarrollo, ya largo, del proceso independentista? Pues sí. En política, las rejas solo demuestran el poco valor o la inmadurez moral del que ha apostado por la vieja herencia y ha despreciado el amanecer del nuevo resurgimiento. Aunque los seres humanos nos preocupamos, a veces egoístamente, más por alguien que por algo, de nuestra elección va a depender algo más que valioso: el porvenir.

Completo e ilustrativo ejemplo de un ayer que conecta con el hoy es la historia del intelectual Antoni Puigblanch, nacido en Mataró en 1775, profesor de lengua hebrea en Alcalá de Henares y muerto en el exilio británico en 1840. De ideología liberal, era completamente contrario al movimiento absolutista instaurado por el rey Fernando VII en el año 1814, época en que no faltaron los disturbios. Perseguido, abandonó su patria y ya no regresó. Pero lo más destacable de la figura de Puigblanch es su magnifica obra 'Observaciones sobre la lengua catalana', escrita en castellano pero llena de una delicadeza e interés muy positivo por este culto lenguaje.

Ya empiezan a molestar, incordiar y a fastidiar las vejaciones padecidas por Catalunya. Una nueva formación derechista ya se ha apuntado a esta deleznable idea. Que se juzgue -y problablemente se condene- a unos dirigentes políticos que sólo han hecho uso de la palabra constituye la enésima prueba de la carestía de progreso gubernamental que impera en España.