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Las graves consecuencias económicas ocasionadas por los radicales en Catalunya

Contenedor quemado en Badalona el 27 de noviembre del 2019

Contenedor quemado en Badalona el 27 de noviembre del 2019 / TWITTER / GUARDIA URBANA DE BADALONA

Es difícil valorar a simple vista los daños producidos por la violencia de los CDR radicales en Catalunya. En la semana del 14 al 20 de octubre se cancelaron 110 vuelos, se quemaron 1.044 contenedores grandes, 58 contenedores pequeños y 57 árboles, destruyeron a golpe de pico y martillo 2.400 metros de asfalto, rompieron centenares de escaparates, 35 marquesinas, 180 papeleras, 259 jardineras, señales de tráfico y varios semáforos.

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El césped del carril bici del paseo de Sant Joan se destrozó en su totalidad, quemaron cinco farolas, tres cuadros eléctricos, dos parquímetros y 10 bicicletas del Bicing. Se utilizaron 170 equipos de limpieza empleando a 275 operarios, 23 máquinas de agua a presión, máquinas quitanieves que arrastraron y amontonaron los trozos arrancados a martillazos de las aceras y del asfalto y nueve palas pequeñas para arrancar del suelo el plástico de los contenedores quemados.

Actuaron los servicios de emergencias médicas, centenares de ambulancias y sanitarios. Se atendió a 339 personas heridas en Barcelona, algunas presas del pánico y el estrés, y a 115 en El Prat. Hubo daños privados en comercios y restaurantes, incluyendo el pillaje. Hubo dos millones de euros en destrozos de más de 70 terrazas al utilizar su mobiliario como barricadas. Se movilizaron 2.087 patrullas de Guardia Urbana, cuerpos policiales, agentes antidisturbios y varias unidades de bomberos.

A fecha 4 de noviembre del 2019 los daños superan los 138 millones de euros, sin que dicho importe incluya los quebrantos económicos por el cierre de negocios, los trayectos cancelados en bus, tren y avión, las retenciones a los transportistas autónomos y a las empresas por no poder entregar sus mercancías y el malogro de toneladas de mercancías perecederas. Si a esto unimos los 12.000 puestos de trabajo directos más otros tantos indirectos que se perderían si Seat deja Catalunya, la situación no puede ser más desastrosa y preocupante.

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