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"Gracias en nombre de mi madre al personal del Hospital de Ciudad Real"

Una enfermera sostiene la mano de una enferma que recibe curas paliativas.

Una enfermera sostiene la mano de una enferma que recibe curas paliativas. / KASIA BIALASIEWICZ

Hace unos días mi madre nos dejó. Lo hizo antes de tiempo y sin poder decir adiós a aquellos profesionales que tantas sonrisas le regalaron durante sus sesiones de quimioterapia en el Hospital de Ciudad Real. Mi madre, Francisca, había trabajado 40 años allí y por eso sabía cómo nadie el poder que tenía una sonrisa.

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Gracias en su nombre a todo el personal por su humanidad y actitud con los pacientes. Las sonrisas no curan pero, sin duda, calman el ánimo. Este es quizá uno de los pocos consuelos para quienes hoy se enfrentan al cáncer.

Una enfermedad que borra de los labios cualquier atisbo de sonrisa, aunque los médicos, enfermeras, auxilares, celadores, administrativos o voluntarios de ese y de otros muchos centros públicos se encargan de que sea perenne.

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