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Ya tenemos Gobierno: 'mariano', continuista y previsible

Los miembros del nuevo Gabinete de Rajoy, el viernes, en la ceremonia de toma de posesión en la Zarzuela.

Los miembros del nuevo Gabinete de Rajoy, el viernes, en la ceremonia de toma de posesión en la Zarzuela. / AFP / SERGIO BARRENETXENA

Mario Martín

España ya tiene Gobierno. Tras 315 días en funciones, Mariano Rajoy se ha sucedido a sí mismo y el nuevo tiempo ha llegado con promesas de pactos, negociación y diálogo, pero con un equipo de ministros que mantiene al 72,72% de quienes le acompañaron en la interinidad de estos diez meses.

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Su continuismo era previsible, formando ambos rasgos parte del personaje, y el mensaje que deslizó en la segunda jornada de su reciente investidura no dejaba margen a otra posibilidad, al reafirmarse en su negativa a modificar ningún extremo de las medidas más polémicas de su primer mandato, como la reforma laboral.

Mª Dolores de Cospedal irrumpe finalmente en el consejo de ministros, al frente de Defensa, en un departamento marcadamente institucional, para el perfil de más peso político del gabinete, cuyos pasos sobre las gruesas alfombras de la Moncloa prometen deparar los momentos de mayor morbo de la legislatura.

El gusto por la discreción --no alzar la voz y el perfil bajo-- de Mariano Rajoy, entre sus colaboradores y a su alrededor es premiado con la continuidad de Isabel García Tejerina, Rafael Catalá e Iñigo Méndez de Vigo, quienes podrían haber formado parte de cualquier gobierno de tecnócratas de los que hubo en España a finales de los años 60 y principio de los 70 del siglo pasado.

Las únicas salidas afrontadas por Rajoy las protagonizan Margallo, Fernández Díaz Morenés, a petición propia en el caso del tercero; convertido en incómodo el primero, y superado por sus actos el segundo. Sirviéndoles de coartada, a los tres, su edad.

Continuismo también para la vicepresidencia, que se mantiene como única, abandonando la portavocía, al parecer, por decisión propia, pero reteniendo el CNI, siempre anhelado oscuro de deseo y poder; asumiendo la relación directa con las comunidades autónomas y protagonismo central en la 'agenda catalana'.

El mensaje deslizado con la composición del nuevo Gobierno es puramente 'mariano', cierto es que cualquier otra cosa hubiese sido sorprendente, tanto como esperar, de verdad, real vocación de negociación, pacto y acuerdo.

Para empezar, veremos qué sucede con la exigencia de Ciudadanos de que antes del 30 de noviembre se recupere el efecto de lo no ingresado por la reforma fiscal de Montoro, que ya pronosticamos quedará en nada.

Este Gobierno está apoyado por una minoría parlamentaria, pero tiene un as en la manga, exactamente en la de Mariano Rajoy, ya que en cuanto los apoyos, por activa o pasiva, de Ciudadanos y PSOE se resquebrajen, convocará elecciones generales.

Pero como ya ha dicho la presidenta andaluza y lideresa de facto del aparato del PSOE, que hasta primavera no decidirá si presenta su candidatura a la secretaría general socialista, parece obvio deducir que la actual gestora ya habrá plasmado un acuerdo que le permita mantenerse al actual Gobierno del PP hasta más allá del esperado anuncio de Susana Díaz, lo cual llevaría implícito la aprobación de los presupuestos del 2017, así que con esas premisas Mariano Rajoy no tiene necesidad de dejar de ser continuista y previsible.

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