"Quienes nos gobiernan ignoran la condena a la que se ven arrastrados los jóvenes"

España avanza como un Titanic que ignora las grietas bajo su casco. No navega: se tambalea. Entre discursos vacíos y gestos solemnes, quienes nos gobiernan jamás sentirán el agua que arrastra a toda una generación. No hay violín que calme el crujido del acero, solo la obstinación de un poder que ignora lo evidente.

Para los jóvenes, este barco es una condena: contratos que son trampas, alquileres que devoran proyectos, una política atrapada en su bronca perpetua y una deuda que hipotecará vidas que aún no han empezado. Quedarse es hundirse despacio; marcharse, lanzarse a un océano incierto que promete libertad sin garantizar salvación.

El horizonte anuncia lo inevitable. España sigue orgullosa y ciega, y nosotros, los que sentimos el agua hasta los huesos, debemos preguntarnos: ¿cuánto tiempo más permitiremos que este Titanic llamado España nos arrastre sin que nadie asuma la responsabilidad de cambiar el rumbo?