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Frustraciones deportivas de los niños ante la excesiva exigencia de los adultos

Imagen de un partido del torneo internacional de Sídney.

Imagen de un partido del torneo internacional de Sídney. / CRAIG GOLDING (EFE)

Soy entrenador de tenis desde hace más de 30 años. He recorrido todas las facetas pero me detengo en la competición juvenil. Si tenemos en cuenta la edad con la que se inician los peques, 8 años, ya se pueden imaginar como la competición ensucia lo que debería ser una etapa simplemente formativa: que los niños y niñas adquieran una clasificación regional y nacional vuelve locos a muchos. Pasar bien una pelota por encima de una red puede ser un mal trago para un 'peque'.

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Algunos padres, y por qué no decirlo, también entrenadores, se convierten en verdaderos descerebrados frente a la competición de sus hijos. Últimamente sigo partidos de mis alumnos y he podido notar el incremento de lo que llamaré "la enfermedad de la frustración adulta". Se trata de padres soltando frases como "Este niño es un ladrón" o "Para hacer esto mejor quedarse en casa" o "¿Sabes lo qué me cuesta que juegues a tenis?". Y muchas más barbaridades. Humildemente les preguntaría: "Si alguna vez alguien a quien quieres te dice algo así, ¿cómo te sentirías?"

¿Alguien se puede creer que un niño o niña no desea hacerlo bien? Y lo que para muchos de esos padres y entrenadores es falta de actitud, señores, es bloqueo emocional. La exigencia de este deporte es una batalla que tienen los 'peques' con sus propios sentimientos. Y a todos aquellos entrenadores que salen corriendo cuando sus alumnos pierden o les culpan de no hacer más pero que aparecen siempre en las fotos con sus victorias, aconsejarles que se dediquen a otra cosa. Esas actitudes pueden hacer mucho daño a los 'peques' en un periodo formativo vital.

Imagino que estas cosas ocurren en muchos deportes; es por eso que deberíamos hacer todos una reflexión: hay que mostrar cualquier deporte que practiquen nuestros 'peques' como algo saludable y divertido.

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