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La nueva flota de parquímetros, un sistema aún ajeno a la ciudadanía

Varios coches estacionados en la zona azul de Barcelona. 

Varios coches estacionados en la zona azul de Barcelona.  / Joan Puig

Di un par de vueltas, pero conseguí aparcar con facilidad. De camino a casa me percaté de que necesitaba cambiarle el papelito al coche (el tíquet de estacionamiento para residentes zona verde). Si son conductores, son conocedores del riesgo y consecuencia que entraña el inocente descuido. De repente, lo que prometía ser un rápido trámite se tornó en en un cansino y absurdo circuito cerrado de idas y venidas.

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El mensaje del parquímetro más cercano era concluyente: "Tarjeta ilegible", y, a pesar de varios intentos, no me permitía avanzar. Un par de vueltas a la manzana y ¡zas!, un nuevo expendedor de tíquets disfrazado entre un par de árboles que se asomaba casi inadvertido. Era una versión desconocida para mí: mucho más moderna, de figura estilizada y dotada de un gran panel electrónico. Acto seguido, tecleo la matrícula del vehículo y finalizo el trámite, pero no obtengo el ansiado papelito a cambio. "Error", me advierte el 'pantallazo' al pulsar nuevamente el código de matrícula.

"¿Y ahora qué?", me pregunto. Retrocedo al punto inicial y, bien escondido y de tamaño 'liliputiense', localizo un número de teléfono. Llamo y, tras varias pausas de espera, la operadora me lo explica: "Estos nuevos ya no expiden papelito, los agentes del orden lo detectan con sus maquinitas especiales". Muy agradecido, respiro aliviado y un tanto absurdamente exhausto.

Moraleja del cuento: todo lo que sea agilizar el sistema puede ser maravilloso, pero si no se explica antes al ciudadano, la mejora adolece de todo sentido.

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