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Trump y la historia cíclica

Donald Trump.

Donald Trump. / IVAN SEKRETAREV / AP

Una vez más, un juez federal de Estados Unidos veta el decreto migratorio de Donald Trump. Este juez procede de la paradisiaca isla de Hawai, donde nació el mayor espía norteamericano de todos los tiempos, y no estoy refiriéndome a James Bond sino a Barack Obama. Este es capaz de llevar a cabo sus acciones a través incluso de un microondas, hecho que me hace mirar con profunda desconfianza mi vaso de leche cada mañana, mientras gira de forma aparentemente “inofensiva”. ¿Quién sabe si Rajoy está siendo estudiado por Zapatero, o si, por el contrario, este está preparando el terreno para tener las claves de lo que acontecerá en las entrañas de la Moncloa de su sucesor?

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Según este juez, el decreto pone en serio peligro el sistema económico de Estados Unidos (entre otras cosas), y sobre todo uno de sus principales sectores de ingresos, el turismo. Quizá deberían recordarle al señor Trump que el turismo no solo es nacional. Aunque este decreto va dirigido a una pequeña parte del mundo islámico, lo cierto es que es significativo sobre su 'modus operandi' futuro. Otros personajes de la historia, de cuyos nombres no quiero acordarme, comenzaron llegando al poder ante la sorpresa del mundo, contra todo pronóstico y venciendo a un sector más moderado, realizando discursos populistas y por desgracia tremendamente racistas. Aunque pensándolo bien, si Estados Unidos hubiera sido tan restrictivo migratoriamente hablando, en la época en la que los predecesores de este personaje llegaron del extranjero, tal vez él nunca hubiera llegado a la presidencia de la primera potencia mundial, con las consecuencias que eso puede tener y de hecho, está teniendo. Aunque si reflexionamos detenidamente, que este hombre consiga hacer efectivos sus decretos, evitaría que otros de esos peligrosos forasteros consigan poder en su país, ¿no? Alguna de las razones a las que alude el presidente son proteger a los americanos de los delincuentes, de los inmigrantes sin papeles y del terrorismo ‘yihadista’ que, por desgracia, esta asolando nuestra sociedad, destruyendo a su paso joyas de la humanidad como la antigua ciudad de Palmira.

Por fortuna, podemos utilizar la historia y los acontecimientos pasados para comprender los hechos futuros, y tratar de prevenirlos. No se puede olvidar que la historia, al igual que la moda, es cíclica, y aunque tiene diferencias en cuanto a la época y las distintas circunstancias, en el fondo es el mismo paquete, pero con diferente envoltorio. Desafortunadamente, Trump no tiene a nadie con razón suficiente a su lado que le haga reflexionar sobre las consecuencias que sus actos provocarán, y si lo tiene hace caso omiso, quién sabe. Este gran hombre de dorado tupé, plasma orgulloso su firma en toda clase de documentos descabellados, ignorante de que lo que va a conseguir, lejos de librar a Estados Unidos del peligro global, es convertirlo en el centro de todas las iras. Probablemente la construcción del muro de México no sea para evitar que gente indocumentada, delincuentes y terroristas entren en su país, sino más bien para evitar que los sensatos estadounidenses que no contribuyeron a sentarle en el Despacho Oval huyan despavoridos.

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