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Feria Arco: Censura y los límites a la libre expresión

Un asistente repasa una publicación sobre la exposición retirada en ARCO.

Un asistente repasa una publicación sobre la exposición retirada en ARCO. / ACN

Mario Martín

La historia de España recoge como uno de sus más insignes escritores, Camilo José Cela, reconocido con el Premio Nobel de Literatura en 1989, además de Premio Príncipe de Asturias en 1987 y Premio Cervantes en 1995, fue miembro de la censura franquista, al menos entre 1943 y 1948, época en la que publicó sus obras 'Pabellón de reposo' (1943) y 'Nuevas andanzas y desventuras de Lazarillo de Tormes' (1944), al tiempo que preparaba su texto de 'La Colmena', finalmente editada en 1951.

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Su doble militancia, en la propia censura y en el bando de los creadores para superar los límites de aquella, es un magnífico ejemplo de la dualidad de la sociedad española, siempre marcada por los límites de los extremos, entre el blanco y el negro, como muy bien supo ver otro de nuestros insignes creadores, Francisco de Goya, a través de sus aguafuertes, a quien, quizás, en esta época que vivimos le hubieran podido retirar de una exposición su famosa pintura 'Saturno devorando a su hijo', a fin de evitar molestias a cualesquiera sensibilidades.

Hoy en España, oficialmente no hay censura, pero la realidad es que nunca ha habido más límites a la libre expresión, se trate de tuiteros, creadores artísticos, titireteros, periodistas, entrevistadores o simples blogueros.

Continuando con el propio personaje de Cela, pensemos si sería posible en nuestra actualidad, en cualquier canal de televisión, público o privado, un programa en el que el antiguo censor comentase con la mayor de las naturalidades su capacidad para absorber analmente un litro de agua tibia depositado en una palangana, retando a su entrevistador del momento, Javier Gurruchaga (1988, en 'Viaje con nosotros' de TVE1), a que le facilitase los medios para hacerlo.

Por no hablar de la naturalidad con que se abordaban en la televisión pública de los años 80 del siglo pasado cualquier tema, en programas como 'La clave', sin referencia, ni comparación posible hoy en las programaciones, pues el alineamiento político y el puro espectáculo parecen los únicos criterios imperantes.

El último ejemplo nos lo ha brindado, de forma brillante, Santiago Sierra Martín, unido familiarmente por su segundo apellido a quien esto escribe, que hábilmente supo elegir el tema de su obra para exponer en la edición de Arco de este año, sabiendo vislumbrar que su propuesta recibiera el más alto galardón posible: ser la primera censurada en los 37 años de su historia, entendiendo que su simple título, 'Presos políticos', tras lo vivido estos últimos meses, sería algo excesivamente sensible para los responsables de un IFEMA muy identificado con las autoridades populares vinculadas a la Comunidad de Madrid.

Y, eureka, el muro desnudo sobre el que colgaron durante unas horas las fotos pixeladas elegidas por Sierra es el elemento más visitado de la edición de la Feria de Arte Contemporáneo de Madrid éste año, mientras el artista ha vendido, en tiempo récord, su obra por 96.000 euros al socio de Jaume Roures en Mediapro, Tatxo Benet, para ser expuesta en el Museo de Lleida donde hasta hace pocos días estaba el tesoro de Sijena, y la referencia de Santiago Sierra vuelve a circular por todo el mundo tras haber conseguido una performance a la altura de las que ya protagonizó en la Bienal de Venecia, en el acto de inauguración de la 2001 al teñir el pelo de rubio a 133 inmigrantes, pagando a cada uno 60 euros, o en el 2003, representado a España en su pabellón oficial, en época del Gobierno de Aznar, con controvertidas propuestas como la titulada 'Palabra tapada', así como al renunciar al Premio Nacional de Artes Plásticas, en el 2010, al considerarse un artista demasiado 'serio' como para aceptarlo.

Y es que hoy, en España, la censura es un valor en alza, tan alto que incluso sirve para hacer negocio.

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