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Felipe VI pretende perdurar y no convertirse en un 'Felipe el Breve'

El rey Felipe VI y el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, a su llegada al monasterio de San Millán de Yuso, en San Millán de la Cogolla, este viernes.

El rey Felipe VI y el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, a su llegada al monasterio de San Millán de Yuso, en San Millán de la Cogolla, este viernes. / EFE

Siempre he creído que una democracia es lo contrario a una monarquía. Quizá porque heredar la jefatura del Estado por el mero motivo de «ser hijo de» parezca muy alejado de los valores democráticos. O quizá porque mantener a una familia entera que dé herederos para seguir cubriendo este puesto resulte una caprichosa lotería que lleva recayendo más de tres siglos en la misma.

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Sea por costumbre o porque los avatares de la historia nos han dejado de herencia esta situación, lo innegable es que cualquier demócrata que se precie preferirá un jefe de Estado elegido por la gente en una elecciones que dejarlo en manos de un señor de manera vitalicia (bueno, ya sabemos que no hace falta que uno muera para dejar el cargo de rey, solo meter la pata hasta que el barro le llegue al cuello). Seguramente hoy no tendríamos un estado muy diferente si tras la abdicación no hubiera habido otro rey.

Los Borbones son esa familia de origen francés que poseen la corona española y que no tienen problemas en exiliarse si la cosa se pone fea. No parece que la huida sea un símbolo de inocencia o dignidad, mucho menos de valentía; pero si no queda más remedio que salir por patas para salvar los muebles, uno se va a cualquier resort caribeño a pasarla mal por tener que dejar atrás su palacio.

Veremos cómo le va a Felipe, el que se queda. Negando de manera sutil los desmanes del padre pretende perdurar y no convertirse en un Felipe el Breve. No parece difícil hacer mal un trabajo meramente representativo: una firma de leyes por aquí, un discurso por allá, una visita institucional en no sé dónde… sin comisiones, ni dinero oculto, ni sobresaltos íntimos. ¿Para qué querrá alguien que vive a gastos pagados y en un palacio más dinero que su sueldo estatal? A la lujuria y a la lujuria monetaria les da igual si llevas o no corona.

Ayer alguien en la tele dijo: «Pobre, el rey, con lo que ha hecho por este país». A lo que mi madre respondió airada en su salón: «Pobre yo, que he tenido que doblar el lomo toda mi vida».

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