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"Extraño sus risas nobles y abiertas, nuestros abrazos"

Un niño y su madre dan un abrazo en la distancia a la abuela del menor en una plaza de Las Palmas de Gran Canaria, este domingo.

Un niño y su madre dan un abrazo en la distancia a la abuela del menor en una plaza de Las Palmas de Gran Canaria, este domingo. / EFE / ELVIRA URQUIJO A.

JORDI QUEROL

Debido a este virus maligno y encerrado en mi despacho constato a diario varias cosas, todas ellas muy distintas entre sí. Las buenas son el disfrute de una paz y de un silencio realmente alentadores, la lectura, el reencontrarme otra vez y de verdad conmigo mismo. Las otras, las que me aturden con más fuerza, son las nostalgias. Añoro las reuniones con mis amigos y familiares y nuestras cenas y comidas en nuestros lugares de siempre. Extraño sus risas nobles y abiertas, nuestras discusiones, nuestros abrazos. Y, sin embargo, cuando conecto, a través de la televisión, con el mundo al cual quiero incorporarme mi corazón desolado me avisa que algo está funcionando mal.

Entretodos

La ciudadanía, unos más que otros, claro, nos hemos comportado. Tristemente, muchos han muerto, y una gran mayoría, con nuestras mascarillas, hemos guardado las distancias. Al otro lado observo otro mundo totalmente distinto: el espectáculo bochornoso que nuestros políticos nos están ofreciendo.

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