Extraditar a Puigdemont es una derrota política

No hay nada más nefasto en política y en la vida en general que el engaño, pero todavía hay un escalón más funesto cuando se trata del autoengaño.

Si extraditan al president Puigdemont, sea por A, o por B, o por C, es una derrota política por mucho que se quiera maquillar.

En el momento que uno de los referentes de la prensa alemana alegaba razones de Estado para extraditar al president, y que el problema principal en Alemania es el de los inmigrantes, se podía ya asegurar que la extradición estaba camino de su ejecución.

La moción de censura contra Rajoy y las reacciones rápidas de los socialistas como la puesta en escena de los inmigrantes y su llegada a Valencia, el Supremo exigiendo el cumplimento de la cuota de refugiados, el compromiso de acoger lo que Alemania no quiere...así la señora Colau estará encantada de abrazar los millares de inmigrantes a los que tendrá que facilitar la vida y que pagaremos entusiasmados los de siempre mientras otros podrán hacer negocios con ellos.

La Comunidad Europea es esto y mucho peor; es la cuneta de los vivos que es mucho más ominosa que los meros rituales recordatorios sin ninguna contrapartida efectiva para los damnificados.

Entretener al personal con el Valle de los Caídos, con la memoria histórica, y otros virtuosismos angélicos, propicia la imagen que el Estado es equivalente al de Europa, y por desgracia es la auténtica realidad.

Como así señala el filósofo vivo más interesante, Agamben, y su tesis respecto al Estado de excepción, en la que estamos cosificados, si uno se molesta en leerlo apreciará la mascarada comunitaria en todo su esplendor.