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"Exigimos poder bañarnos, trabajar, divertirnos... como todo el mundo"

La Guàrdia Urbana delimita con cintas el acceso a la playa del Bogatell, en Barcelona.

La Guàrdia Urbana delimita con cintas el acceso a la playa del Bogatell, en Barcelona. / JORDI COTRINA

Somos ciudadanos de tercera en los hospitales con el coronavirus; de cuarta en el trabajo; en la playa, el domingo, 14 nos demostró la Administración que somos de quinta o ni siquiera eso: no existimos. 

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El domingo empezaba la temporada de baño para las personas que han de utilizar una silla de ruedas en Barcelona, pero, según los responsables, la mejor forma de no cumplir una ley es ignorarte, y así lo hicieron. La temporada de baño anulada por ordeno y mando. Ni pasarelas, ni vestidores, ni silla anfibia... Y mientras cualquier vecino de cualquier población con restricciones por el covid-19 puede tomar un baño, los ciudadanos de quinta se han de aguantar, además sin poder discutir ni hablar nada, como si no existieran. Vamos, que está claro que eso de la igualdad es evidente que, para la Administración, es cualquier cosa menos igualdad. 

La vida de una persona que ha de utilizar una silla de ruedas o padece alguna patología que le impide llevar una vida 'normal' se convierte en una lucha diaria. Ayer, con la prohibición de bañarse; el otro día, por ser el último en la cola para utilizar un respirador; en un trabajo, porque queda feo de cara que atienda al público, aunque tu CV sea el más completo.

Sí, ayer como en muchas otras ocasiones se tuvo que hacer una manifestación para reivindicar algo que por ley tendría que ser obligatorio, una lucha cotidiana mientras que los responsables se llenan la boca de que todos somos iguales.

Todos somos iguales mientras estemos en casa sin rechistar. Sin embargo, eso ha cambiado: no estaremos en casa y, sí, gritaremos cuando nos traten con diferencia respecto a los demás, por eso exigimos poder bañarnos, trabajar, divertirnos... como todo el mundo. Somos diversos en el físico pero iguales en los pensamientos.

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