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"Estoy consternado e indignado por la precaria situación de algunos músicos profesionales"

El músico Félix Egea, actuando en el túnel de la estación de metro de Clot que conecta con la estación de Renfe. 

El músico Félix Egea, actuando en el túnel de la estación de metro de Clot que conecta con la estación de Renfe.  / ÁLVARO MONGE

Dolido, consternado y, por supuesto, indignado. Esta es la sensación que experimenté al leer el excelente reportaje de Nando Cruz publicado en EL PERIODICO el pasado día 19 de septiembre, en el que detalla el lamentable estado de penuria y hasta carencia en que se hallan sumidos varios profesionales del sector musical. Yo, aunque desconozco el pentagrama y por motivos económicos no he podido asistir a muchos conciertos, soy muy aficionado a la música, sea cual sea su estilo. Tengo también muy presente que dominar cualquier instrumento para estremecer y emocionar el alma es una tarea muy difícil, que exige tanto trabajo como dedicación. Por supuesto que nunca hay que confundir continuidad con pervivencia. Desprenderse y aceptar la realidad por dura que sea no es, en sí, difícil; lo difícil es desprenderse de un sueño. Este pensamiento, tan humilde como imaginario se convierte en realidad cuando el artista es aclamado, pues entonces ha logrado su objetivo.

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En España, de toda la vida, impera la apariencia sobre la subsistencia. Continua este mito de la falsedad corrompida de la imagen. Pero ahora ya conocemos la realidad, y el empobrecimiento de los músicos -que son artistas- puede llegar a afectarnos emocionalmente. ¿La razón? Siempre ha sonado, suena y sonará una canción o melodía que nos guste o conmueva.

Quiero citar otro detalle que no se puede pasar por alto: Según EUROSTAT, países como Letonia, Hungría, Lituania, Estonia, Malta, Eslovenia, Chequia y Polonia dedican mucho más dinero a su presupuesto cultural que España, la cual solo invierte un 1'1%, un punto más que la media Europea. Hay que tener en cuenta que su poder adquisitivo es inferior al nuestro, pero su dignidad y coraje por la defensa de la cultura -en la que hay que incluir a la música- es inigualable. El coronavirus no es excusa para negar una ayuda. Los músicos españoles son víctimas de  una auténtica falacia.

 

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