Este virus nos pone firmes a todos sin excepción

Estoy en mi balcón, río al comprobar que la calle está vacía, distraigo mi pensamiento y sueño que una pesadilla atroz envuelve un sistema putrefacto donde el poder económico está destruyendo nuestra casa, el planeta, hoy acojonado por la pandemia que afecta a toda la Tierra. Pienso despacio y con cautela: ¿qué harían los dirigentes de cada país si este virus letal solo afectara a gente humilde, desahuciados y  pueblo llano? 

En mi pesadilla mueren políticos también y entonces, atando cabos en mi realidad, entiendo la movilidad misteriosa que cualquier inepto ascendido a político militariza el sistema para hacernos enmudecer al mismo tiempo que nos sermonea a través de todas las televisiones. Sin embargo, a los profesionales no les llega el material suficiente, no hay test para todos dicen, pero ellos, todos tienen, pero si tú has estado expuesto por un vecino, un familiar o un compañero de trabajo, para ti no hay. En fin, el virus nos pone firmes a todos y eso marca la diferencia con otras enfermedades, eso endurece la convivencia incluso de aquellos que derrochan el dinero del trabajo mal pagado del pueblo llano.

El coronavirus, ese al que el presidente de EEUU llama "virus chino" hará que mucha gente se dé cuenta de que la diversión más importante es la de seguir viviendo con salud, hará que el mundo entero sea tan débil como la naturaleza lo considere. Mañana, cuando aunados por el miedo sin control a esta epidemia, quizá habremos aprendido que la austeridad y el control frenético es la diversión más vigorosa, que vivir no es exponernos cada día al frenesí del peligro sino saber hacer de cada momento un gramo de felicidad. Quizá el covid-19 rebaje la prepotencia de los que quieren organizar el caminar del pueblo insigne.