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Estas molestas etiquetas: "Inventen, creen, que para eso está el I+D"

Dulce custodio selecciona vestimenta para Adama Djalo, que tiene una entrevista de trabajo.

Dulce custodio selecciona vestimenta para Adama Djalo, que tiene una entrevista de trabajo. / Helena Poncini

Nieves Navarro

El hombre ha conseguido llegar a la Luna. Incluso desde un móvil, si nos lo propusiéramos, podríamos comunicarnos con el espacio exterior. Pero pienso que por el camino hemos ido banalizando problemillas cotidianosproblemillas que nos afectan, diría yo, a cualquier residente de este planeta. De los otros planetas ya se encargarán ellos.

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Un día algo tan habitual como el estrenar una camisa, un pantalón o una camiseta, se puede complicar una vez puesta. Se empieza notando una sensación incomoda, después la cosa se agrava y da paso a una especie de escozor. Acto seguido, empiezas a rascarte, y en ese justo momento sabes que no era buena idea estrenarla hoy, precisamente el día en el que tienes una reunión tan importante en tu nuevo trabajo.

Discretamente te acercas al baño pensando que son nervios, estrés, pero no, cuán equivocado estabas. Es solo una cruel e insípida etiqueta situada estratégicamente en el cuello, y si ello no fuera suficiente, seis más en la parte derecha de tu cintura, unidas (sí, unidas) a conciencia a la costura de tu camisa.

Aunque no subestimemos las que además de todo ello también portan alarma, las cuales has de quitar justo antes de lavar la prenda. Estas etiquetas merecen una reflexión aparte, más exhaustiva, que otro día escribiré. Pues a mi entender, con todo mi respeto, deben ser obra de algún iluminado.

Cómo consigues recortarla es tu problema, pero ten por seguro que una vez lo hayas conseguido, en el mejor de los casos, solo descoserás la costura, e irá apareciendo en un instante un incómodo agujerito en un costado. Sin embargo, en el peor de los casos, agujerearás para siempre tu camisa recién estrenada. Esto en plena reunión no sería la mejor carta de presentación. De ello doy fe.

Y qué decir de los pantalones, con esos botoncitos metálicos interiores, a los que antes de ponértelos has de embadurnarlos con por lo menos ocho capas de esmalte de uñas, intentando así que la zona que te roce no se torne colorada y comiences a sentir unos picores que ya te son tan familiares.

Fabricantes de esas molestas e incomodas etiquetas, por favor únanse y piensen cómo poner solución a ello. Fuera el nailon y el níquel de las costuras, volvamos al algodón de toda la vida.

Inventen, creen, diseñen etiquetas funcionales, antipicores y antiagujeritos, que para eso está el I+D.

Personas como yo, que no descarto que alguna más habrá, se lo agradeceremos encarecidamente.

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