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España, un país de nunca jamás

Santi Millán en el especial ’Got Talent España’.

Santi Millán en el especial ’Got Talent España’. / Telecinco

Mario Martín

Érase una vez un rey que soñó con ser quien es hoy. Pero, años después de no encontrar entre las casas reales europeas lo que sí vio en televisión, concretamente en el telediario, vivía con temor hacia el mañana. 

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Érase una vez un político que, al auto convencerse de no poder alcanzar el poder, intentó garantizarse el sueldo como secretario general de su partido, lo cual le supuso ser acuchillado por sus propios, granjeándose la simpatía de otros para los que, hasta  entonces, era marginal. Así, alcanzó aquello que él mismo se había convencido de no ser capaz de lograr nunca en expresión máxima del éxito de crítica y público que, con cierta frecuencia, los fracasos generan.

Érase una vez una estudiante de derecho que, tras diez años de carrera  universitaria, logró convertirse en abogada aún sin ejercer en la profesión. Pues, desde su entrada en política a los diecisiete años, su cotización a la Seguridad Social recién cumplidos los cuarenta y cuatro años de edad, no recoge ni un sólo día de trabajo por cuenta ajena fuera de la organización de su partido o de los cargos públicos desempeñados.

Érase una vez un asistente de la lideresa liberal por antonomasia, quien hubiera querido ser la Thatcher española pero sin conseguir ir más allá de los límites de la Comunidad de Madrid, que completó su formación como pre-líder, a la diestra de quien fue capaz de poner sus pies embutidos en botas de vaquero de western sobre la mesa del hombre más poderoso del momento para ahora pelear por tener la 'vox' más nítida a la derecha del Mississippi.

Érase una vez dos presidents de un territorio que nunca fueron candidatos para tal función; uno de ellos huido y el otro, su sustituto, promocionado para tan alto designio desde un discreto organismo municipal. 

Érase una vez un ex-vecino de Vallecas, ahora domiciliado en la exclusiva zona de la sierra del Guadarrama, quien supo conseguir saltar de las tertulias televisivas a ocupar un puesto en escaño en el Congreso de los Diputados liderando un grupo de otros cuarenta y tres al grito de 'ni derechas, ni izquierdas sino los de abajo frente a los de arriba'. A pesar de ello, él ya no está tan abajo como, digamos, la mayoría de la gente a la que dice representar.

Érase una vez quien, con apoyar al principal partido de izquierdas de un país a través del inconcluso 'Pacto del abrazo', llegó a conformar una mayoría, tan de cambio en Andalucía que incluso incluye a la ultraderecha, mientras reclama para sí el voto socialdemócrata y dice mantener su afiliación a la UGT desde los  tiempos en los que trabajó en La Caixa. Valiente y osado donde los haya, como bien muestra la primera foto por la que se hizo famoso, insuperable para todo el marketing posterior que ha utilizado.

Ni la más fina ironía, ni el sarcasmo más delicado podría superar este relato 'ficcionado'. Porque cualquier parecido con la realidad es pura casualidad o coincidencia, simplemente se trata de 'un país de  nunca jamás'.

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