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"Las enseñanzas de nuestros abuelos son una guía de supervivencia en este mundo cambiante"

Huertos afectados por la actuación urbanística en la Baixada de Can Mateu, en Horta.

Huertos afectados por la actuación urbanística en la Baixada de Can Mateu, en Horta. / ÁLVARO MONGE

El otro día en una conocida tienda de una multinacional olí un ambientador que me transportó al huerto de mi abuelo. Sentí una gran felicidad al transportarme a esos momentos tan sencillos, tranquilos y llenos de alegría. Mi abuelo me enseñaba cómo iban los tomates, las calabazas… Me intentaba explicar cómo se cuidaban y plantaban, aunque yo estaba en otras cosas, sin que ello me impidiera valorar la gran suerte que tenía de compartir con él esos momentos y escucharle con atención, apreciando sus palabras.

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La pasión por la naturaleza que tenía mi abuelo le hacía rejuvenecer en aquel huerto, tanto que mis hermanos y yo bromeábamos y decíamos que allí se producía algún extraño suceso como en la película 'Cocoon'.

Creo que ese ambientador habrá producido una emoción similar a muchas personas, y el contexto en el que se ha desarrollado esa idea denota en la dirección en la que vamos. El agotamiento de esta sociedad acelerada y consumista me hace reflexionar sobre las enseñanzas que me transmitieron mis abuelos, y considero que hoy son más útiles que las que me dejan mis padres. Los recuerdos de nuestros mayores son un tesoro que debemos valorar; son una guía de actitud y supervivencia para este mundo que está cambiando tan rápido. Ahora más que nunca, en un momento en el que un enemigo invisible ha venido a llevarse a las personas más débiles físicamente y más ricas en recuerdos, experiencias y sabiduría, recapacito y tomo conciencia de lo valioso de las historias de mis abuelos, de la alegría en sus ojos al recordar historias sencillas en momentos difíciles, que guardaban un máximo de felicidad en las cosas más pequeñas; al fin y al cabo, el secreto de la vida, disfrutar de aquello primario que nos rodea: el amor, la familia y los amigos.

Para escribir nuestro futuro debemos aprender de aquellos que caminaron antes que nosotros, aprender a desaprender nuestros viejos hábitos y escuchar, observar y seguir caminando.

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