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El verdadero significado de la "merienda festiva" en la 'conselleria' de Economía el 20-S

Gabriel Rufián, en un momento de su entrevista con Risto Mejide, en el programa ’Chester in love’, de Cuatro.

Gabriel Rufián, en un momento de su entrevista con Risto Mejide, en el programa ’Chester in love’, de Cuatro. / MEDIASET

Mario Martín

Vivimos en unos tiempos que parece que lo importante no es lo que sucede, sino los diferentes relatos de unos determinados hechos, de tal modo que cualquier cosa puede ser defendida desde una determinada visión, pareciendo carecer de importancia la real sustancia de lo sucedido, todo ello inmolado en el altar de lo que se dice que ocurrió. ¿A quien le importa si sucedió o no?

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Stanley Greenberg, asesor político del Partido Demócrata de los U.S.A. utiliza una frase que resume la importancia de las historias que se cuentan, más allá de unos determinados hechos: "El relato, la narración, es la llave de todo". Quienes cuenten la mejor historia, ganan la partida para sus intereses.

El relato ha acabado por imponerse como técnica de marketing, sustituyendo, de hecho, al verdadero proyecto político. Un ejemplo lo podemos encontrar en relación con todo lo sucedido en torno al 20-S de 2018, cuando la filtración interesada de una simple información en lo que se refiere a una investigación judicial sobre posibles pruebas de un apoyo institucional por parte del gobierno autonómico catalán fue utilizado para hacer presión desde la calle rodeando la sede de la Conselleria d'Economía de la Generalitat, amedrentando a los funcionarios que cumplían con su obligación, tal como ha relatado la secretaria judicial, Montserrat del Toro.

Es quien ha aportado un testimonio más que esclarecedor de lo que realmente ocurrió ese día allí, mientras el diputado por el Congreso, Gabriel Rufián, se permitió regalar al tribunal con la frase de "Me chirría que se dijera que aquello era una rebelión o un tumulto peligroso, porque yo fui a comer, yo fui a merendar y yo creo que en una revolución a merendar va poca gente", lo cual, más allá de intento de manipulación del relato, es una falta de respeto, a la vista de las imágenes disponibles, incluso hacia sus propios votantes y militantes.

Pero la realidad es que tras casi 16 horas de asedio pudo prepararse una salida para que la letrada de la administración de justicia del juzgado de instrucción actuante pudiera abandonar las instalaciones con seguridad, saltando para ello un muro de aproximadamente metro y medio de altura, una descripción que no tiene nada de festiva y que atenta contra la libertad individual de las personas y la propia seguridad en el desarrollo de su trabajo.

El 1-O no fue la exaltación popular de ningún sentimiento que terminara por expresarse en ese día, sino un calculado desarrollo de hitos que empezaron mucho tiempo atrás, de los cuales los hechos del 20-S, o las decisiones del Parlament de Catalunya sobre las leyes de desconexión aprobadas el 6 y 7 de septiembre fueron un paso más. Calificar el asedio a los funcionarios judiciales que pretendían desarrollar su trabajo admite muchos adjetivos calificativos menos el de "merienda festiva".

Sr. Rufián, no quiera tomarnos el pelo a todos, porque su relato no aguanta la realidad de unos hechos que, quiera usted o no, se les escapó de las manos.

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