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El triángulo escolar: profesorado, padres y estudiantes

El Consejo de Ministros da vía libre a 1.909 nuevas plazas que crearán empleo neto.

El Consejo de Ministros da vía libre a 1.909 nuevas plazas que crearán empleo neto. / DANNY CAMINAL

Julián Arroyo Pomeda

En la segunda decena de septiembre, todos estamos ya en la escuela. Un curso más y los problemas son parecidos. Las familias hacen gastos extraordinarios, de lo que se quejan, claro. Los niños lloriquean los primeros días, pero enseguida se adaptan.

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Los adolescentes acuden con menos ganas y pronto les embarga el aburrimiento, aunque se las ingenian bien para que no cese la diversión, incluso ridiculizando a sus propios colegas. El profesorado atiende sus aulas lo mejor posible, lamentándose de que se hayan perdido tantas cosas importantes. La administración educativa nunca tiene preparados los espacios básicos y siempre quedan remates pendientes con los que hay que convivir.

¿Tan difícil es educar? ¿Por qué discutimos enconadamente sobre este asunto? ¿Estamos tan escasamente preparados? Sin embargo, es necesaria la educación para ser libres y contribuir a corregir las desigualdades sociales.

Ningún país puede soportar un fracaso escolar elevado, como pasa entre nosotros. Hay que atender a semejante reto. Los adolescentes están en proceso de educarse y para su éxito es imprescindible el contacto estrecho entre profesores y padres.

Siempre hemos dado poca importancia a las tutorías, y ahora todavía menos, mientras los problemas crecen. Estudiantes que estudian para que no les den la vara los "viejos", profesores que enseñan porque no tienen otra cosa mejor que hacer, padres neuróticos por las notas. No se entusiasma nadie por saber, qué pena.

La tutoría es una metodología excelente: el profesor-tutor estimula, refuerza y anima a un alumno o un pequeño grupo de ellos que lo necesitan. Les enseña a aprender y a que se impliquen en lo que hacen y colaboran. Así desaparece el mal comportamiento y el egoísmo: todos merecen ayuda.

Los padres escuchan al tutor cuando ven que conoce a sus hijos y les propone las metas que ha de conseguir. Ellos deben ser los primeros interesados.

Una buena educación se da cuando los estudiantes saben leer, piensan por sí mismos y adquieren su autonomía propia. Todo esto requiere alcanzar disciplina gradualmente para esforzarse en aprender, porque en la vida no todo es diversión. 

Cada cosa a su tiempo para que el triángulo funcione. La escuela no tiene por qué ser fría, si se introduce en ella la calidez de un entorno vital.

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