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El oportunismo político de Torra el 17-A

El rey Felipe VI saluda al ’president’ de la Generalitat, Quim Torra, a su llegada a la plaza de Catalunya en agosto del 2018, en el aniversario de los atentados del 17-A.

El rey Felipe VI saluda al ’president’ de la Generalitat, Quim Torra, a su llegada a la plaza de Catalunya en agosto del 2018, en el aniversario de los atentados del 17-A. / EFE / FRANCISCO GÓMEZ (EFE)

No sé si definir, como pena, lástima o de infantilismo, la actitud ciertamente infantil de la persona que preside la máxima Institución de Catalunya, como es La Generalitat.

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Parece de chiste o juego de niños que este individuo, al saludar al rey como Jefe del Estado, y ser el mismo su máximo representante en Catalunya, nos guste a unos más y a otros menos, en un acto recordatorio del atentado del 17 de agosto, se haga acompañar por la mujer de uno de los políticos encarcelados. ¡De uno solo! pero, ¿y el resto, no tendrían el mismo derecho? ¿Porqué no se hizo acompañar en todo caso por todas las mujeres de los presos?

Oportunismo político improcedente e inadecuado, en un acto de honra a las victimas. No contento con esta actitud de parcialidad y de discriminación, incluso entre los suyos, declara en la radio catalana, como un alarde o victoria personal, que no había querido ponerse al lado del rey.

¡Pues qué fácil lo tenía no acudiendo a este acto! Lo que pasa es que, si no acude, no puede utilizar el altavoz de los medios de comunicación para enviar estos infantiles mensajes solo a los suyos, no a todos los catalanes a los que debería representar en estos actos Institucionales.

En los actos partidistas de su organización que haga lo que quiera, como quiera y cuando quiera, aunque mucho me temo que tampoco sus seguidores están contentos y satisfechos con sus acciones y actitudes, con la excepción de su mentor el señor Puigdemont y su reducido grupo de radicales independentistas de nuevo cuño.

Nunca en la historia una institución de tanto prestigio como la Generalitat fue tan denigrada y estuvo tan  infravalorada como durante los mandatos de Puigdemont y Torra, ya que ambos, en vez de cumplir con sus obligaciones, de gestionar y atender a las necesidades de los ciudadanos de Catalunya, se han dedicado a gestos y a teatralizar sus presentaciones públicas.

Cuando un político no quiere acudir a un acto Institucional, como representante de todo un pueblo y no de una parte, debe de dimitir de inmediato. Tratar de manipular a toda una sociedad civil, solo con gestos pero sin resultados, para ocultar su inoperancia, es puro infantilismo y para esa función ya disponemos de verdaderos profesionales que saben muy bien cómo entretener a niños.

Siempre apelan a la libertad de expresión, que dicen está coartada por el opresor Estado español, pero, paradójicamente, es ese mismo Estado opresor el que permitió las pancartas políticas independentistas, que se pudieron ver en el acto recordatorio del atentado terrorista de Las Ramblas, aun cuando las propias víctimas y familiares fueron las que exigieron que no se politizara este acto.

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