Contenido de usuario Este contenido ha sido redactado por un usuario de El Periódico y revisado, antes de publicarse, por la redacción de El Periódico.

El cementerio de los niños olvidados

Panorámica del monte Denali, antes McKinley, en el sur de Alaska.

Panorámica del monte Denali, antes McKinley, en el sur de Alaska. / AP

Juan José Conejo Corredera

Nací entre plumas de ángel, nací frágil y fuerte, nací con el corazón de un valiente. ¡Qué poco duró el encanto! ¡Ay, inocencia, ya te perdí antes de conocerte! Cada uno de tus besos tenía sabor a luna menguante, y tus abrazos a crepúsculo. Y la noche llegó antes de que el alba me inundara. Estrella que se apaga antes de nacer, hierba que se seca antes de brotar, y una lágrima por quien nunca llegará a la cima de la montaña. ¡Cómo perdió su esplendor el tesoro del pirata, el canto de la sirena y el hechizo del mago! Te fuiste antes de llegar, te despediste antes de mirarme. ¿A dónde van los niños que no nacen? Despedida sin abrazo, alas cortadas, y una historia que pudo ser y no fue. ¿Por qué esas gotas que recorren mis mejillas tienen el color de la sangre? ¡Ay, inocencia, sabes que te amo! Te vi la primera vez que abrí mis ojos, no, mucho antes, te vi en otro mundo, te vi antes de nacer, te vi vestida con la gloria de la nieve.

Entretodos

Publica una carta del lector

Escribe un 'post' para publicar en la edición impresa y en la web

¡Qué tristeza hay en el cementerio de los niños olvidados! Lápidas sucias, lápidas sin flores, lápidas sin nombre. ¡Ay, inocencia!, no seas tan huidiza, la vida es corta, déjate atrapar antes de que sea demasiado tarde. Volvamos a pasear juntos, dados de la mano, por un camino sin fin. Un sepulcro no podrá separarnos, despertaré en el mundo donde tú habitas, en esa montaña coronada con la gloria de la nieve. Cuando ya no quede aire en los pulmones, cuando ya no quede sangre en las venas, un beso de tu boca me devolverá la inocencia. Pero antes, aunque mis pies estén sucios, ayúdame a llegar a la colina que sueño desde niño, y déjame poner allí una bandera por todos los que se fueron antes de llegar. Más allá de este desierto interminable, está inocencia, mi tierra prometida, la ciudad donde la luz nunca se apaga. Y aunque a veces, su brillo se desvanece en la distancia, tu voz, oh inocencia, me susurra que nací entre plumas de ángel, que nací frágil y fuerte, que nací con el corazón de un valiente.

Participaciones de loslectores

Másdebates