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"El arte sobrevive a las modas, los regímenes y las censuras"

El ’Guernica’ expuesto en el Museo Reina Sofía de Madrid.

El ’Guernica’ expuesto en el Museo Reina Sofía de Madrid. / CHEMA MOYA

El arte, en todas sus manifestaciones, es la máxima expresión humana de creatividad e imaginación, un momento único que permite exteriorizar el mundo interior ilimitado del artista. Las artes figurativas, la música, la literatura y también el baile manifiestan un impulso vital, la necesidad de expresar la propia autonomía, de afirmarse de manera concreta y visible para todos; tienen el papel de reafirmar la dignidad humana y permiten alcanzar la inmortalidad.

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Al arte siempre se le ha confiado también la tarea de cantar - sobre todo- el dolor: para representar eventos trágicos de la humanidad o de la historia; para reposicionarse ante conflictos personales, que en la realización práctica de la obra encuentran una salida y una sublimación sin la que el ser humano seguiría siendo indescriptible e inaceptable. Piensen ustedes en el Guernica de Picasso, en los grafitis a favor de la revolución en Cuba o en las poesías de Juan Gelman y en las canciones de Mercedes Sosa contra la dictadura en Argentina. Podemos estar de acuerdo en que el arte es, sobre todo, una forma de comunicación, así como un acto creativo, libre y liberador, que nos permite expresarnos y dar forma a la realidad de acuerdo con una visión muy personal y, por lo tanto, crítica.

A pesar de todo, los artistas, los poetas y los intelectuales sobreviven a las modas, a los regímenes y a la censura. El exilio o la soledad, la pobreza o las dificultades de la vida, la enfermedad o los malentendidos y, a veces, la muerte, no inhiben su manifestación, la plasmación de esa interioridad en la hoja o en el lienzo, entre las líneas de un poema o en las imágenes. Y, a menudo, después de un tiempo, su mensaje sigue siendo actual y vigente, para iluminar el presente de las generaciones posteriores y dar voz a emociones, a sentimientos ajenos y, al mismo tiempo, tan cercanos. El arte es lo que rompe el estatus, la única libertad quizá verdadera, independiente del mercado y de sus leyes, a veces, crueles.

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