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"El antropocentrismo acabará por destruir la Tierra"

Un terreno deforestado en el estado brasileño de Amazonas.

Un terreno deforestado en el estado brasileño de Amazonas. / BRUNO KELLY / REUTERS

El antropocentrismo tiene su origen en la Biblia. En el libro del Génesis se consagra el dominio absoluto del hombre sobre la Tierra, al considerarlo superior a todo ser viviente. "Someted la tierra; dominad en los peces del mar, en las aves del cielo y en todo animal que serpea sobre la tierra" (Génesis 1.28).

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Ese orgullo humano es reafirmado por Aristóteles, al colocar al hombre en la cima de todo ser viviente. Define al hombre como "l único animal racional" además de establecer una jerarquización de los seres humanos en la cual el hombre se halla en la cúspide de la pirámide y las mujeres, los esclavos, el resto de los animales y las plantas, en escalones secundarios.

Ese antropocentrismo demoledor sigue vigente por el comportamiento devastador del hombre sobre la naturaleza, al considerarse todavía con el derecho de ir agotando de forma irracional los recursos limitados del planeta en el que vivimos, y de ir destruyendo de forma imparable los ecosistemas con la consiguiente extinción de especies vegetales y animales. Es un reto inaplazable cambiar la mentalidad antropocéntrica por una mentalidad más respetuosa con la naturaleza. De esa línea de pensamiento y de conducta se encarga la "ética ambiental o ecológica, que tiene por objeto de reflexión la relación que tiene el ser humano con el medio ambiente en general y con los animales en particular", como afirma Adrián de la Fuente Ballesteros.

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