Educar en las artes plásticas para aprender a amarlas

En mi experiencia con respecto a los comentarios de los visitantes en las exposiciones de pintura que realizo he observado que, al entablar conversación con ellos, suelen dar su opinión de manera algo ambigua, como excusándose: "Me gusta --y añaden a continuación-- pero yo no entiendo de pintura"; no deja de ser curiosa esta respuesta que he escuchado tantas veces. Contrariamente, si se trata de opinar sobre música, literatura, cine o cualquier otra vertiente del arte, suelen tener una opinión más precisa y responden con seguridad si les gusta tal o cual música, libro o película sin añadir si entienden o no de dichas artes.

Creo que esto es debido a una falta de conocimiento sobre las artes plásticas en general, cosa que no ocurre con las otras artes con las que más o menos han convivido o mantenido contacto desde la infancia. Aun así, yo siempre les respondo: "El arte de la pintura es como la buena música, te gusta o no te gusta en función de su musicalidad; al igual que las notas musicales, los colores y las formas, si están en armonía, deleitan nuestros sentidos".

Obviamente, si se profundiza en el arte de la pintura, ya sea practicando, observando o leyendo sobre arte, uno se forma una opinión más técnica y puede incluso apreciarlo con mayor fundamento, pero una buena pintura debe ante todo emocionarnos y llegar a nuestro interior. Todo ello me lleva a reflexionar que para amar más el arte, y concretamente las artes plásticas, éstas se deberían fomentar con más perseverancia y rigor en las escuelas --ya en la infancia-- y también por parte de las administraciones públicas y los medios de comunicación. Pero esto es otra historia que excede el presente escrito.