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La virtud de equivocarse

Alumnos en el aula de un colegio

Alumnos en el aula de un colegio

A menudo, la dificultad de equivocarte está en darte cuenta de que te has equivocado tras tomar un decisión porque te provoca malestar y no sabes muy bien cómo justificarlo. Sueles sentirte culpable, aunque ayuda poco, pues la culpabilidad tiene su raíz en el miedo, y este te invade y paraliza, lo cual evita que busques alternativas inteligentes.

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Escribo esta carta pensando en los políticos, aquellos que tantas decisiones toman por nosotros y, por tanto, tienen más probabilidades de equivocarse. Sin error no hay crecimiento, ni como persona ni como sociedad, ya que es necesario para ser autocríticos. La equivocación nos ayuda a ser adaptativos y superar el miedo pues nos hace darnos cuenta que siempre hay una alternativa. Y es entonces cuando la mente se relaja y nos permite decidir con más información e inteligencia. El sistema educativo castigaba, y sigue castigando, el error, que parte del motivo por el que los adultos evitamos admitirlo, pues está mal visto y hace sentirnos fracasados.

Tal vez pueda ayudar la siguiente reflexión del libro "Emocuaderno, educación emocional en casa", de Editorial Salvatella, un buen argumento para admitir el error: "ahora veo que me equivoqué, pero aquel día, en aquella situación y en aquel contexto, decidí lo que creía que era correcto en ese momento. Las circunstancias han cambiado, y visto el resultado, ahora me planteo otra decisión, basada en las circunstancias actuales y con la información que tengo hoy y que ahora creo que es la mejor opción posible".

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