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El drama de buscar escuela para un hijo con discapacidad

Una silla de ruedas-

Una silla de ruedas- / MIQUEL MONFORT

Escoger colegio para un hijo es una responsabilidad muy grande. Como padres, esperamos que en la escuela aprendan y, sobretodo, que sean tratados con amor y respeto. Buscar colegio para un hijo con discapacidad es mucho más difícil y penoso. Los miedos e inquietudes se multiplican.

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En octubre del 2017 se aprobó en Catalunya el decreto que regula el modelo de educación inclusiva, que en teoría blinda el derecho de los niños con discapacidad a escolarizarse en centros ordinarios. En sus artículos 17 y 18 se menciona: "Todos los alumnos se escolarizan en centros educativos ordinarios" y, "excepcionalmente, los padres, madres o tutores pueden solicitar la escolarización de su hijo e hija en un centro de educación especial".

En este contexto, guiados por los profesionales del equipo de asesoramiento psicopedagógico (EAP) de Castelldefels, nuestro municipio, nos pusimos manos a la obra buscando la mejor opción para nuestro pequeño. Visité y me entrevisté con los directores de casi todos los colegios públicos ordinarios de la población. No todos, algunos los descartamos de inicio por cuestiones logísticas familiares.

En varios centros sentí verdadera empatía y cariño por parte de los profesionales. En algunos se me informó de la escasez de recursos para atender nuestro caso. Por ejemplo, no todos los colegios tienen el mismo número de profesores de educación especial. En Castelldefels, de las 10 escuelas de educación infantil y primaria, son 3 las que cuentan con SIEI (Soporte Intensivo a la Educación Inclusiva) y disponen de mayor número de estos profesionales. En un centro sentí rabia y vergüenza ajena: el director y la profesora de educación especial, amparándose en esta falta de recursos, me hicieron saber que mi hijo no era bienvenido porque corría el riesgo de estar en la escuela "como una seta".

Hay formas que no son admisibles y me pregunto si no serían incluso denunciables. Por suerte, encontramos una escuela que ha recibido a mi niño con los brazos abiertos, en la que confiamos plenamente para ayudar a nuestro hijo en su desarrollo. Existen 32.000 niños con necesidades educativas especiales en Catalunya, son muchos, y son personas especialmente vulnerables. Ellas y sus familias merecen, como todos, que se respeten sus derechos.

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