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La reflexión de una lectora: "El olvido no es eterno"

Un atardecer en Barcelona.

Un atardecer en Barcelona. / Francesc Casals

Fue Neruda quien proclamó que "es tan corto el amor y tan largo el olvido", quien resumió el duelo en once palabras que siguen retumbando cien años después. Un adiós siempre es una despedida amarga y siempre conlleva un corazón roto. Es ese momento en el que escuchas un crujido y sientes en el pecho un golpe seco. Tu alrededor se vuelve borroso mientras pierdes la noción de la realidad hasta que te vuelves consciente de repente de que acabas de sufrir un cambio.

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El adiós es un fragmento diminuto en comparación con el duelo. El duelo empieza el día de después, cuando te das cuenta de que aunque tu mundo se haya pausado el del resto no. El día de después los semáforos no dejan de funcionar, tu vecino sigue con las obras, los niños vuelven al parque y tú vuelves a trabajar. Ese día vives una realidad ralentizada a la que intentas sincronizarte pero vas a destiempo. Es estar en mitad de una multitud aturullada y en movimiento mientras tú estás inmóvil intentando recoger los pedazos de lo que eras el día anterior. Y es que con la otra persona se va la persona que tú fuiste con ella, una faceta que desaparece y que tienes que recomponer de otro modo para llenar el vacío que deja.

El proceso de recuperación pretende ser recto, una línea ascendente que te eleva poco a poco y te reconstruye, pero no puede estar más alejado de la teoría. El duelo es discontinuo. Tal vez estés un día sentado en una terraza y oigas una voz similar, un nombre gritado por la calle, una canción en la radio o en la mesa de al lado hayan pedido el café que solía tomar. O tal vez estés trabajando y tu memoria te lance un recuerdo sin ningún contexto. El duelo es un camino que no te indica si estás entrando a una calle o a un callejón, es un camino que andas sin señales. Hasta que un día la ruta te lleva a un claro y todos los recuerdos que te hacían perderte en el mapa se ciñen a esbozarte una sonrisa triste, pero ya no te desvían. Neruda dijo que el olvido era largo, yo digo que no es eterno.

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