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Desconfianza: maniobras para la alcaldía de Barcelona

La Vía Laietana de Barcelona, una de los retos a afrontar por Ada Colau en la nueva legislatura.

La Vía Laietana de Barcelona, una de los retos a afrontar por Ada Colau en la nueva legislatura. / ALVARO MONGE

Alejandro de Gregorio-Rocasolano

Parece ser, por lo que se lee en las redes sociales, que la alcaldía de Barcelona, lo digo por la cantidad de improperios que se dirigen hacia Ada Colau y los comuns, debería ser votada por todos los catalanes, a poder ser independentistas, y no solo por los barceloneses.

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En las elecciones del ayuntamiento de Barcelona el 26 de mayo, salieron 300.000 votos independentistas contra 432.000 no independentistas; en tantos por ciento, el 39,6 frente al 57,49. Dentro de estos últimos, hay soberanistas que la Generalitat se empeña en ponerlos en su saco cuando creo que empieza a estar bastante claro que los soberanistas no independentistas de izquierdas, incluso algunos independentistas, no comparten en absoluto la línea que está marcando desde la Generalitat Quim Torra. Es más, me atrevería a decir que una gran parte de estos soberanistas se siente tan lejos del los postulados de Torra como de las posiciones del PP.

Es lógico que desde los comuns se proponga un ayuntamiento de izquierdas donde Colau sea la alcaldesa que cuando se hagan propuestas sociales quede retratado aquel partido que las bloquee, que no sea un instrumento en manos de un bloque que representa el 40 por ciento de los votos escrutados y que no permita que la vida en Barcelona sea una moneda de cambio político.

En el recuerdo de los comuns están las reprobaciones y los vetos de los grupos del ayuntamiento durante los últimos meses. El intento desde una fracción del independentismo, el cual llama "colonos" a los ciudadanos que no comparten sus anhelos secesionistas, de "cuanto peor mejor" o las palabras de Carod Rovira ("solo lo conseguiremos si nuestras decisiones cuestionan, condicionan y afectan, de forma directa, su economía"), lo único que consigue es lo que el PP hizo durante la crisis, pero al revés: restar simpatizantes y seguidores soberanistas a cualquier propuesta que venga desde la Generalitat o desde el PDeCat.

Yo lo llamo directamente desconfianza.

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