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"Me sentí invadida por personas que corrían o iban en bici, sudando y repartiendo miles de gotitas"

El carril bici de paseo de Sant Joan, en Barcelona, el miércoles al atardecer, en una de sus horas de caravana de dos ruedas.

El carril bici de paseo de Sant Joan, en Barcelona, el miércoles al atardecer, en una de sus horas de caravana de dos ruedas. / LAURA GUERRERO

Una mañana de hace unos días me acerqué al hospital del Mar a llevar unas cosas que una enferma necesitaba. No podemos ir a verla, aunque no está ingresada por covid, así que dejamos las cosas en la puerta y nos fuimos. Y quedé impactada de ver la cantidad de gente que paseaba por el paseo marítimo; abuelos, niños, todos con mascarillas, excepto los que iban en bicicleta, corrían o iban con patines. Ellos iban sin mascarilla, sudando debido al esfuerzo físico y repartiendo cientos de gotitas a todo el resto.

Todos tenemos derecho a salir y a hacer las pocas cosas que se pueden hacer, bueno, todos no. Los hosteleros no pueden abrir una terraza con todas las medidas de seguridad, tampoco podemos ir al teatro guardando la distancia y con nuestra mascarilla correspondiente puesta, ni al cine, pero correr y esparcir tu sudor por ahí, sí que se puede. No estoy en contra de la gente que hace deporte, pero ¿no podría haber unas franjas horarias? O que les sea obligatorio usar la mascarilla, pero ayer me sentí invadida por personas que iban sudando, mezclándose con otros ciudadanos que llevaban su mascarilla y únicamente iban paseando. Repito que no es por fastidiar a nadie, pero no me parece lógico hundir a los hosteleros o al mundo de la cultura que lo tienen todo bien preparado, y permitir que se mezclen deportistas y personas de a pie sin protección.

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