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"Dedicado a mi médica"

Las manos de una enfermera, en una foto de archivo.

Las manos de una enfermera, en una foto de archivo. / RALPH ORLOWSKI (REUTERS)

Hace muchos años, tantos como tiene uno de mis hijos (30), conocí a la médica que iba a tener. Mi médica, desde el primer momento, me causó buenas vibraciones. Tenía una mirada tierna, que me hacía sentir seguro, seguro de que la enfermedad no iba a pasar de unos caramelos de menta, enjuagues con miel y limón o, como mucho,... alguna inyección, ¡qué tiempos!

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Cuando iba a verla al ambulatorio, hoy centro de salud, me atendía con mucho interés, me preguntaba por toda la familia, por los problemas de mi día a día y por mi salud. Cuando salía de la consulta, me marchaba a casa nuevo, con la sensación de que todo saldría bien, y así era: todo salía bien. Con el paso del tiempo, mi familia fue azotada por una enfermedad cruel, traicionera: cáncer.

Mi médica siempre estuvo a nuestro lado, dando todo su apoyo como persona y profesional... Siempre le estaré agradecido. El tiempo pasó y después de 22 años el cáncer ganó la batalla, pero mi médica jamás nos abandonó.

Y el tiempo pasó y continué visitándola en su consulta en el centro de salud. Hoy, por razones de salud, he vuelto a verla, y como siempre me ha preguntado por mis hijos y por mi salud. Nuevamente he salido de su consulta con la tranquilidad de que estoy protegido, de que todo irá bien. Y hoy me he dado cuenta de un detalle: que yo estoy más viejo y ella, más sabia.

Dedicado a mi médica, R. C., la mejor profesional en el campo de la medicina y con una calidad humana inigualable. A ti, amiga, ¡muchísimas gracias!

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