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Cuantificar la dignidad de las pensiones

Cabecera de la manifestación de los pensionistas del 17 de marzo en Barcelona.

Cabecera de la manifestación de los pensionistas del 17 de marzo en Barcelona. / JORDI COTRINA

Joaquim Montoliu Martínez

"¿Y esto cómo se llama?", me dijo el administrador de fincas al que le encargué la venta de una plaza de aparcamiento. Ese "cómo se llama" era una manera de decir "cuánto pides por él".

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"Por unas pensiones dignas" es el leit motiv de las protestas y manifestaciones que están llenando las calles españolas estos últimos días. Pero cabe preguntarse a cuánto asciende en dinero contante y sonante una pensión digna.

El Presidente de la Asociación madrileña de pensionistas, Tomás Colomer, pide "un artículo en la Constitución que blinde las pensiones". No le parece suficiente el actual redactado del artículo 50: 'Los poderes públicos garantizarán, mediante pensiones adecuadas y periódicamente actualizadas, la suficiencia económica a los ciudadanos durante la tercera edad.' Un redactado que incluye términos que hay que concretar: pensión adecuada, suficiencia económicatercera edad.

Las pensiones que gestiona la caja única de la Seguridad Social se rigen por unos criterios comunes que se aplican por igual en todo el territorio. Sin embargo, "un mismo importe" no supone lo mismo para todos los pensionistas. Porque hay otros factores como el lugar de residencia, la situación personal y el estilo de vida que influyen en la percepción de lo que es una pensión digna.

La ambigüedad de los conceptos facilita la discrepancia y es muy fácil agitar las aguas del descontento cuando no se tiene la responsabilidad de cuadrar las cuentas. Pero es habitual en el juego político que la oposición esté más preocupada en poner la zancadilla a quien gobierna (cualquiera que sea su color) que en hacer propuestas sensatas; y eso se convierte en una dificultad añadida al ya de por sí complejo sistema que ha de permitir pagar las pensiones y atender las demandas sociales.

Las protestas de estos días incorporan demandas razonables y otras no tanto. Pero el problema no se resuelve con unos euros más ni con promesas difíciles de cumplir, porque el pan de hoy se puede convertir en hambre mañana.

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