"¿Cuándo escucharán la voz de los enfermos mentales, los grandes olvidados en esta pandemia?"

Hemos estado confinados durante cuatro meses, y esta situación deja secuelas, sobre todo en los enfermos mentales. Según la opinión de algunos expertos, las huellas que ha dejado el confinamiento en muchas personas son similares al estrés postraumático tras un atentado terrorista, una dolencia que se agravó en el caso de quienes necesitan salir todos los días al menos durante media hora: esquizofrénicos, psicóticos, autistas, pacientes de trastorno obsesivo compulsivo...

Pero el presidente del Gobierno no ha hecho ni una mención a este colectivo en sus comparecencias televisivas sabatinas. No habrá sido por falta de la solicitud hecha por los familiares de estos enfermos en los medios y mediante el acopio de firmas para que les dejase un rato de oxigenación en el exterior. Es por esta desidia del señor Sánchez por la que los ingresos hospitalarios de aquellos han aumentado, cuando antes de marzo habían experimentado mejoría. Se decretó el estado de alarma porque era necesario para conservar nuestra vida ante la amenaza letal del coronavirus. Sin embargo, la irresponsabilidad de unos y la ineptitud de otros han dado lugar a una segunda ola de contagios y muertes, siendo así que España es el país líder de Europa en este sentido.

Los enfermos mentales han optado ahora por el autoconfinamiento porque tienen miedo ante el covid-19; de modo que se refugian en casa, el espacio que controlan, con la consiguiente merma de su vida social, tan necesaria para aumentar su calidad de vida y garantizar su futuro. El presidente Sánchez, al prohibirles salir acompañados durante los cuatro meses de cuarentena, ha añadido a su suerte efectos secundarios que se suman a los que tienen sus respectivas medicaciones. ¿Cuándo escucharán su voz? ¿Quién será el primero que se acuerde de ellos en próximas tragedias?